Rusia tras el golpe de Estado de Prigozhin

Author
Ashley Smith Ilyá Budraitskis
Date
August 9, 2023
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En castellano

Ashley Smith: ¿Quién es Yevgueni Prigozhin y qué es el grupo Wagner? ¿Cómo ha utilizado el imperialismo ruso al grupo Wagner en Ucrania y en otros países?

Ilyá Budraitskis: Prigoshin nació en San Petersburgo, donde en su juventud estuvo implicado en el crimen organizado, con robos y agresiones violentas, por lo que estuvo encarcelado durante un largo periodo en la década de 1980. En prisión se relacionó con otros criminales, que le ayudaron a emprender su carrera en el mundo de los negocios.

Después de salir de la cárcel fundó una sociedad de restauración en San Petersburgo, en la década de 1990, cuando el Estado, el mundo del crimen y el capitalismo estaban profundamente imbricados. Como proveedor de servicios de banquetes a diversas instituciones del Estado, estableció una estrecha relación de amistad con Vladímir Putin. Se convirtió en el cocinero de Putin, suministrando manjares al presidente y a dignatarios extranjeros, entre ellos a George W. Bush.

En la década de 2000 adquirió cierta notoriedad como rey de los contratos del Estado, enriqueciéndose, al igual que otros oligarcas, gracias a los caudales de dinero proporcionados por el régimen de Putin. Este utilizó esta dependencia para encargarle la ejecución de ciertas decisiones. Por ejemplo, Putin pidió a Prigozhin que creara una granja de trolls para divulgar noticias falsas con el fin de influir en la elección de 2016 a favor de Donald Trump en EE UU.

Prigozhin creó asimismo el grupo Wagner gracias a las relaciones que trabó con el ejército ruso aql prestarle servicios de catering. Aunque es privada, la empresa Wagner siempre ha dependido del ejército ruso, que le facilitó el núcleo de oficiales y las instalaciones de formación.

Putin envió a mercenarios de Wagner a Ucrania para ocupar Crimea y partes del Donbás en 2014. La condición nominalmente privada de la empresa permitió a Putin negar que Rusia estuviera directamente implicada en estas operaciones. El presidente ruso envió seguidamente a Wagner a Siria, la República Centroafricana, Sudán, Mali, Libia y algunos países más. Y cuando fracasó su intento de apoderarse de la totalidad de Ucrania en 2022 y las fuerzas rusas se concentraron en la defensa de los territorios ocupados, Putin volvió a apoyarse en Wagner.

Con el fin de desviar la atención de la población rusa de la guerra y evitar una campaña de reclutamiento masivo, confió a Wagner y a otros mercenarios la misión de librar los combates más duros. Putin permitió a Prigozhin reconstituir sus fuerzas contratando a prisioneros, a los que prometió la amnistía y la redención de penas como héroes militares rusos. Sin embargo, Putin no ha renunciado nunca al monopolio de su régimen sobre la violencia. Este monopolio nunca se ha quebrado, pero ha sufrido interferencias debido a la autonomía relativa de Wagner con respecto al control directo del Estado.

Ashley Smith: ¿Porqué Prigozhin organizó ese levantamiento contra los dirigentes militares de Putin?

Ilyá Budraitskis: El factor desencadenante del levantamiento fue el conflicto entre Prigozhin y el ministro de Defensa ruso, Serguei Shoigú, y el jefe del Estado Mayor general, Valeri Guerásimov, por la cuestión del estatuto del grupo Wagner y de la guerra propiamente dicha. Estos dos hombres no son únicamente jefes militares, sino también importantes hombres de negocios, que controlan el enorme presupuesto militar y toda clase de filiales. Consideran que Prigozhin es una amenaza porque pone en tela de juicio su control sobre el ejército. Este último ha alardeado de las victorias de Wagner, particularmente en Bajmut, afirmando que sus tropas eran mejores que el ejército y denunciando a Shoigú y Guerásimov por su incompetencia en la gestión de la invasión. Estos le respondieron ordenando la incorporación de Wagner al ejército.

Acorralado, Prigozhin redobló sus ataques contra los dos dirigentes, acusando incluso al ejército ruso de haber lanzado un ataque aéreo contra una base de Wagner. Pronunció una serie de discursos, divulgados por Telegram, imitando el mensaje del difunto líder político de extrema derecha, Vladímir Shirinovski. Prigozhin pretendía defender a la gente corriente de Rusia frente a la elite corrupta y prometió que la restauración del Imperio ruso mejoraría su suerte. Incluso se declaró contrario a la guerra. Pronunció un discurso en el que refutó todos los argumentos de Putin a favor de la guerra, afirmando que estaban basados en mentiras, que la OTAN y Ucrania no eran una amenaza y que la guerra no era necesaria.

Declaró que el alto mando la había desencadenado para enriquecerse, sacrificando de paso a los soldados y al pueblo ruso. Prometió restablecer la justicia y castigar a los oligarcas. Se trató en gran parte de un discurso de extrema derecha de un oligarca desesperado, pero que se hacía eco de los agravios profundos de numerosos sectores, desde los escalafones inferiores del ejército hasta la gente corriente. Hubo quienes apreciaron el mensaje de Prigozhin por su patriotismo, o por su crítica de la guerra o también porque simplemente decía verdades que jamás se había expresado ante una audiencia masiva.

Consciente de la oportunidad que se le ofrecía, Prigozhin lanzó su golpe de Estado. Apenas cabe duda de que al menos una parte de los generales y servicios de información estaba al corriente de antemano. Las fuerzas de represión rusas, que habrían podido aplastar fácilmente a sus 4.000 mercenarios, adoptaron una actitud neutral y dejaron que se desplegara el golpe de Estado. Compartían las críticas de Prigozhin al alto mando y su incompetencia y lo consideraban uno de los suyos.

Algunos incluso pudieron apoyar su demanda de destitución de Shoigú y Guerásimov. Permiteron a Wagner tomar el control de Rostov del Don, una ciudad de 1,2 millones de habitantes y el principal centro de mando de la guerra en Ucrania. No hicieron nada cuando el convoy partió hacia el norte en dirección a Moscú, abatiendo helicópteros rusos y acercándose hasta 250 km de la capital. Sin embargo, ningún sector importante del ejército, del gobierno y de la burocracia estatal apoyó a Prigoshin en su propósito de derrocar el régimen de Putin.

Ashley Smith: ¿Por qué Putin no aplastó el levantamiento?

Ilyá Budraitskis: Para responder a esta pregunta es preciso, ante todo, comprender hasta qué punto Putin se sentía amenazado. Huyó de Moscú en su avión privado para refugiarse en su residencia en el norte de la ciudad. Cuando vio que el ejército y la policía no hacían nada para parar el golpe de Estado, fue a la televisión para denunciarlo como una traición y una amenaza para el Estado ruso, con el fin de inclinar a las instituciones del Estado a su favor.

Despuès de esto, todos los dirigentes políticos, que habían guardado silencio durante gran parte de la jornada, expresaron públicamente su apoyo a Putin. Los medios, que estaban completamente desorientados y no sabían qué decir, volvieron a la emisión de su programa habitual, que consiste en hablar de Putin, a la sazón para apoyar su continuidad en el poder.

Putin se dio cuenta de la debilidad de su régimen y, temiendo un enfrentamiento abierto, llamó a sus intermediarios en el Kremlin y al presidente bielorruso Alexandr Lukashenko para entablar negociaciones con Prigozhin. Este, a su vez, se dio cuenta de que no contaba con apoyos al golpe de Estado y aceptó un acuerdo para salvarse él y preservar su negocio.

Las condiciones parecen ser las siguientes: Prigoshin abandona Rusia y se va a Bielorrusia, las fuerzas de Wagner que no han participado en el golpe de Estado serán absorbidas por el ejército y las que han participado serán disueltas o podrán abandonar el país y crear una base en Bielorrusia. Ambas partes quisieron resolver la crisis sin derramamiento de sangre y enterrarla lo más rápidamente posible.

Los medios rusos, que siempre están desconectados de la realidad, afirman ahora que el asunto está cerrado, que el Estado no estuvo realmente amenazado y que todo ha vuelto al orden. Ahora presentan a Putin como el hombre que ha superado una prueba y se ha mostrado más fuerte que nunca. Esta actitud se ajusta a la glorificación habitual de Putin, el estratega sin par, capaz de jugar al ajedrez en tres dimensiones, cosa que los mortales rusos no son capaces de comprender. Gran parte de la población puede estar dispuesta a aceptar la versión de los medios porque teme que estalle una guerra civil y no tiene acceso a otras explicaciones y perspectivas.

Sin embargo, la elite rusa no acepta la propaganda de los medios. Para ella, Putin era aceptable porque era un dirigente fuerte que se oponía a Europa o a EE UU, protegiendo sus intereses, garantizando la seguridad y los flujos de beneficios en sus cuentas bancarias. El levantamiento de Prigozhin ha quebrado esta imagen de Putin. Ahora, la elite ve que Putin es débil, que huyó y que se ha visto forzado a cerrar un acuerdo con uno de sus propios bandidos. Su influencia en la elite, por tanto, se ha visto profundamente comprometida.

Ashley Smith: ¿Cómo afectará esta crisis a la solidez del Estado ruso?

Ilyá Budraitskis: El régimen de Putin se ha tambaleado y su permanencia en el poder está en tela de juicio. Examinemos sus bases de apoyo principales. En primer lugar, el ejército. Sabemos que buena parte de su dirección se mostró al principio escéptica con respecto a la guerra, que compartía las críticas de Prigoshin a Shoigú y Guerásimov, y que por tanto adoptó una postura neutral al producirse el motín. Buena parte de la burocracia estatal también comparte estos sentimientos. Lo mismo ocurre con los oligarcas que han visto congeladas sus cuentas bancarias, cuyas operaciones encajan el golpe de las sanciones y cuyos beneficios y riquezas han quedado cercenadas.

Al mismo tiempo, todos estos sectores temen la inestabilidad, el debilitamiento del régimen y la desestabilización del propio Estado. Muchos esperan utilizar la crisis precipitada por la intentona golpista de Prigozhin para conseguir que Putin preste más oído a las demandas de la elite rusa, de la burocracia militar y de la burocracia estatal.

El futuro del régimen depende del ejército y de su suerte en el campo de batalla. Putin hará todo lo que esté en su mano para reforzar la tropa y asegurar su capacidad de combate frente a la contraofensiva ucraniana. Incluso podría provocar una escalada de la guerra. Asimismo, podría intensificar la represión en Rusia. Al igual que todos los dirigentes autoritarios, Putin es extremadamente paranoico en lo tocante a las amenazas que pesan sobre su régimen y ve traidores agazapados en todos los rincones. Ya ha reprimido a la oposición liberal, a los y las activistas contrarias a la guerra y a la izquierda. Ahora podría emprenderla con miembros del ejército y oligarcas que considere desleales. Sin embargo, en vez de consolidar su poder, esta venganza paranoica no hará más que desestabilizar todavía más su régimen.

Ashley Smith: ¿Cómo afectará el levantamiento a las fuerzas de ocupación rusas en Ucrania?

Ilyá Budraitskis: No cabe ninguna duda de que las críticas a la guerra por parte de Prigozhin, la puesta en evidencia de las mentiras que la justificaron y los ataques contra Shoigú y Guerásimov han tenido eco entre las tropas rusas, ya de por sí desmoralizadas. La caída de la moral y el desmantelamiento de Wagner podrían socavar al ejército.

Estos acontecimientos han incrementado las posibilidades de éxito de la contraofensiva ucraniana. Sin embargo, Putin lo sabe y hará todo lo posible por reforzar sus líneas de defensa. Ya han colocado obstáculos y un gran número de minas terrestres a lo largo del frente y están preparados para utilizar la artillería y la aviación si hace falta. Claro que todos estos preparativos solo funcionarán si los soldados están dispuestos a combatir. La cuestión decisiva es por tanto la moral de combate de los soldados. ¿Estarán dispuestos a matar y a morir por Putin, Shoigú, Guerásimov y por la elite rusa?

Ashley Smith: ¿Cómo afectará todo esto a la oposición progresista en Rusia?

Ilyá Budraitskis: En cierta medida, la desestabilización del régimen ha abierto un espacio. Ciertos liberales rusos destacados expresaron incluso su apoyo al levantamiento de Prigozhin, viendo ahí una ocasión para poner en entredicho el régimen de Putin.

A nivel popular, la gente ha podido, al menos durante un tiempo, expresar críticas, cosa que era prácticamente imposible cuando era ilegal calificar de guerra la invasión de Ucrania por parte de Rusia. En Rostov del Don, mucha gente acudió a mostrar su apoyo a Prigozhin y sus mercenarios. Esta situación puede permitir a los y las activistas políticas distribuir literatura progresista y contra la guerra. Al mismo tiempo, esto podría ponerles en peligro, pues el régimen reprimirá toda actividad de esta clase.

También existe el riesgo de que los oligarcas y la extrema derecha formen en mayor medida ejércitos privados para protegerse y promover sus intereses. Esto cerraría el espacio en que puedan desarrollarse las fuerzas democráticas.

Ashley Smith: ¿Qué supone esto para la trayectoria de la guerra imperialista de Rusia en Ucrania?

Ilya Budraitskis: Todo depende del éxito de la contraofensiva ucraniana. El mejor resultado sería que Ucrania liberara la mayor parte posible de su territorio. Esto determinará las condiciones de un eventual alto e fuego o de unas negociaciones.

La contraofensiva influirá asimismo en la actitud de EE UU y de las potencias de la OTAN, que en conjunto reaccionaron ante del golpe de Estado de Prigozhin expresando su inquietud con respecto al control de las armas nucleares por parte del régimen. Han dejado claro que tal vez desean que se debilite el régimen de Putin, pero no querrían que esté en entredicho su control de ese arsenal, ni que el régimen sea derribado. Podrían estar dispuestos a concluir un acuerdo con Putin para preservar la estabilidad. Este último redoblará el chantaje nuclear para preservar la mayor parte de sus conquistas territoriales. Tal acuerdo crearía un terrible precedente, el de una potencia imperialista que utiliza sus misiles nucleares para asegurarse una quista colonial.

En esta situación, la izquierda internacional debería redoblar su apoyo a la resistencia ucraniana, al movimiento antiguerra ruso y a la izquierda de ambos países. Estas son las únicas fuerzas que pueden conquistar la autodeterminación, la democracia, la igualdad y la justicia. Tanto en Ucrania como en Rusia.