Rusia: la rebelión de los mercenarios

Author

Federico Fuentes Aleksandr Zamyatin

Date
June 26, 2023

El 23 de junio, miles de integrantes del grupo Wagner, que combatían en Ucrania, comenzaron una desafiante marcha hacia Moscú. Al día siguiente, cuando estaban a mitad de camino de la capital rusa, se llegó a un acuerdo con la mediación del presidente bielorruso. En esta entrevista, Aleksandr Zamyatin ayuda a descifrar algunas claves del conflicto.

La guerra de Rusia contra Ucrania dio un giro sorprendente el 23 de junio, cuando miles de tropas pertenecientes a la Compañía Militar Privada Wagner, una fuerza mercenaria vinculada al régimen ruso, cruzaron la frontera desde donde habían estado combatiendo a las fuerzas ucranianas y comenzaron a marchar hacia Moscú.

Bautizando la acción como «Marcha por la Justicia» frente a rumores de intento de golpe de Estado, el jefe de Wagner, Yevgeni Prigozhin -un oligarca y hasta ahora estrecho aliado del presidente ruso Vladímir Putin- dijo que sus protestas iban dirigidas contra la gestión de la guerra por parte del Ministerio de Defensa ruso. Pero, al día siguiente, Putin denunció el movimiento como un «levantamiento armado» y prometió castigar a quienes estuvieran en el «camino de la traición».

Durante casi una década, el grupo Wagner ha operado como un brazo paramilitar del Estado ruso, desempeñando un papel clave en Ucrania, así como en varias naciones africanas donde ha sido desplegado para proteger los beneficios rusos provenientes de las minas de oro. El grueso de las fuerzas que componen el grupo Wagner comparte una ideología de extrema derecha y fascista.

Las disputas entre el Ministerio de Defensa y Wagner han llegado recientemente a un punto crítico por la financiación, y se ha informado de enfrentamientos entre ambas fuerzas dentro de Ucrania. Pocos días antes de la rebelión armada, Prigozhin señaló que las afirmaciones de Moscú de que la invasión estaba justificada debido a una supuesta ofensiva ucraniana planeada en la región de Dombás en febrero de 2022 eran falsas.

Sin embargo, casi tan rápido como las fuerzas de Wagner llegaron a la ciudad de Vorónezh, a medio camino de Moscú, el 24 de junio se llegó a un acuerdo por el que, al parecer, se retirarían todos los cargos contra Prigozhin y las fuerzas de Wagner implicadas en la rebelión, se permitiría a Prigozhin viajar a Bielorrusia y a las tropas de Wagner regresar a Ucrania.

En esta entrevista, Aleksandr Zamyatin ayuda a descifrar algunas claves del conflicto. Fue miembro del Consejo del Distrito Municipal de Zyuzino, en Moscú, pero el régimen de Putin le impidió volver a presentarse a las elecciones del año pasado debido a un post publicado en Facebook hace dos años.

Sin embargo, junto con el activista antibelicista y sindicalista Mijaíl Lobanov, Zamyatin ayudó a coordinar Vidvyzheniye, una plataforma de candidatos progresistas que consiguió ganar escaños en todo Moscú. Zamyatin es profesor y coautor de За демократию: местная политика против деполитизации [Por la democracia. Política local contra la despolitización], Izdatelskie Reshenija, 2021.

Para empezar, ¿podría darnos una idea del ambiente que se respira actualmente en las calles rusas tras la marcha frustrada de Prigozhin sobre Moscú y el posterior acuerdo alcanzado entre él y Putin?

Solo puedo hablar de la situación en Moscú, donde me encuentro. Hoy [25 de junio] no hay indicios de que se vaya a celebrar ningún gran acontecimiento, aunque el alcalde [Serguéi] Sobianin ha anunciado un fin de semana largo no programado al declarar festivo el 26 de junio. Aparte de esto, todo lo demás es absolutamente rutinario y normal.

¿Cómo califica los recientes acontecimientos y a las fuerzas implicadas en ellos? ¿Por qué cree que se han producido ahora? ¿Existen paralelismos útiles con otras situaciones similares, históricas o actuales?

Se pueden establecer muchos paralelismos históricos, pero no creo que valga la pena destacar ninguno en particular. Lo que sí indica este hecho es que este tipo de rebeliones no son tan raras. Hace poco escribí sobre el fenómeno Prigozhin y señalaba que está impulsado por dos contradicciones. Para mí, el motín parece un desarrollo lógico. Todos los observadores tenían claro que esta situación era una bomba de relojería, aunque nadie sabía cuándo iba a explotar.

El grupo Wagner es un ejército privado dirigido por un carismático aventurero que ha recibido enormes recursos y cobertura mediática durante la guerra con Ucrania. Prigozhin vio que existía una importante contradicción entre las elites y los estratos inferiores del Ejército y decidió aprovecharla. Al mismo tiempo, el Kremlin, que lo había apoyado, estaba cada vez más preocupado por el ascenso de Prigozhin y recientemente había empezado a tomar medidas para eliminarlo. Prigozhin se dio cuenta de ello y decidió que era el momento de ir por todo.

¿Por qué cree que las fuerzas implicadas llegaron a un acuerdo tan rápidamente?

Creo que las partes llegaron rápidamente a un acuerdo porque se dieron cuenta de que sus posiciones eran igual de débiles. Prigozhin no habría podido tomar el poder en Moscú porque no tenía ni aparato administrativo ni suficiente apoyo popular. En Rostov del Don, la administración civil seguía siendo la misma; él no la cambió.

El Kremlin podría haber aplastado al ejército de Prigozhin con sus propias fuerzas cerca de Moscú, pero esa acción habría sido muy costosa en términos de apoyo político, porque el núcleo del electorado de Putin tiene muchas simpatías por Prigozhin. Ambas partes evaluaron sobriamente la inutilidad de una escalada y acordaron algunas condiciones sobre las que no sabemos nada. Al mismo tiempo, creo que en algún momento Prigozhin será engañado por Putin y asesinado.

Los medios de comunicación occidentales han descrito los acontecimientos como un claro debilitamiento de Putin. ¿Cree que se trata de una valoración acertada, o es probable que Putin se aferre más al poder como consecuencia del resultado?

Los politólogos han concluido que tras sobrevivir a un intento de golpe de Estado es mucho más probable que los autócratas se refuercen, y no que se debiliten o abran paso a una democratización. Pero esto no son más que estadísticas abstractas. En nuestra situación particular, es muy notorio que Putin ha quedado increíblemente debilitado. Desde los primeros días de su gobierno, hubo una determinación y una brutalidad características del estilo político de Putin. Ayer, se expuso como un rey desnudo.

Aunque todo esto no sea más que una ilusión externa y todo siga internamente bajo su control, esta sensación es compartida por todos los observadores, lo que no puede sino representar un golpe a su poder.

En un reciente artículo publicado en su canal de Telegram, habla del «80%» que permanece despolitizado en la sociedad rusa. ¿Hay indicios de que los recientes acontecimientos hayan agudizado el sentimiento antibelicista en Rusia y, lo que quizá sea más importante, puedan llevar a sectores de la sociedad a dar un salto hacia una acción política progresista contra el régimen?

Desgraciadamente, no veo ninguna señal de este tipo. Al contrario, ayer vimos cómo algunas personas salieron a las calles de Rostov del Don para saludar con júbilo a las fuerzas de Wagner. Esto es muy malo para el régimen de Putin, pero no representa a las fuerzas antibelicistas o progresistas. Al mismo tiempo, debemos entender que se trataba de una pequeña muestra de personas que salieron a apoyar a quienes consideran sus aliados.

Por el contrario, para las personas con opiniones antibelicistas y progresistas, esta situación generó la sensación de amenaza existencial y la necesidad de escapar, rezando para que las fuerzas de Wagner no tomaran el poder y llegaran hasta sus hogares. En caso de una nueva escalada, la politización quizás podría afectar a capas más amplias de la población, entre las que existe un gran cansancio por la guerra y una demanda de cambios sociales, económicos y políticos en el país.

¿Desea añadir algo más?

Me gustaría subrayar que las dos fuerzas enfrentadas representan un mal extremo para Rusia y para la mayoría de la población de nuestro país. Ninguna de ellas puede llevar al país a nada bueno.

Por eso, las personas progresistas y antibelicistas no pueden empatizar con ninguno de los dos bandos. Muchos esperaban el éxito de la rebelión como medio para poner fin a la dictadura. Pero esta es una idea equivocada. Puede que no sea obvio desde fuera, pero aquí, dentro de Rusia, sabemos con certeza que Rusia solo saldrá perdiendo en esta confrontación.

Nota: una primera versión, en inglés, de esta entrevista se publicó en la revista Green Left. Puede leerse el original aquí. Traducción: Pablo Stefanoni.