¿Quién va a pagar el rearme de Europa? ¿Ha llegado el momento de cobrar más impuestos a los ricos? {Francesca Barca}

Aumentar la deuda pública, reducir el gasto en el ámbito social y poner en tela de juicio los servicios públicos no son la única vía para obtener los recursos necesarios para un posible rearme europeo tras la retirada de Estados Unidos de la defensa de Europa. ¿Qué otras soluciones existen? El debate en la prensa europea.

La Comisión Europea ha anunciado que quiere invertir 800 000 millones en defensa. Esta suma, que es una estimación, supone un aumento de aproximadamente 650 000 millones en el gasto de los Estados miembros (1,5 % del PIB de cada uno) y 150 000 millones en préstamos. El plan, de nombre rimbombante, es ReArm Europe.

¿De dónde se puede sacar este capital? Parte de la ciudadanía teme que este dinero le sea arrebatado a los servicios del estado social.

“En tiempos de guerra, el aumento de los impuestos es algo habitual”, escribe en Reuters George Hay. “Los investigadores del Instituto Kiel han analizado 113 ejemplos de países que han reforzado su ejército desde 1870. Descubrieron que la deuda y los impuestos adicionales tendían a hacer la mayor parte del trabajo fiscal. En general, el gasto público total se mantuvo estable, salvo por algunas redistribuciones limitadas por el bienestar”.

Sin embargo, continúa George Hay, “Los gobiernos europeos ya estaban tomando medidas para reforzar sus defensas antes del enfrentamiento televisivo de Trump y Zelenski. [...] El primer ministro británico Keir Starmer se ha comprometido a incrementar el gasto militar del Reino Unido hasta un 2,5 % del PIB para 2027, con la ambición de alcanzar el 3 % a finales de la década. Y los partidos que probablemente formarán el próximo gobierno de coalición de Alemania están estudiando la posibilidad de crear fondos especiales para defensa e infraestructuras”.

En Prospect MagazineTom Clark se centra en el modelo británico: en un artículo titulado “El rearme no debe hacerse a expensas de los pobres”, comenta algunas de las propuestas planeadas en el Reino Unido: “No cabe duda de que la situación de la seguridad en Europa es grave. Quizás, como parecen temer el primer ministro y el ministro de economía, nos espera una nueva era de sacrificios. Pero si es así, en lugar de hacer suya la lógica de los conservadores, el Gobierno debería volver al espíritu de sacrificio realmente compartido que propuso Keynes, en un momento en el que los sacrificios necesarios eran mucho mayores que hoy”. Durante la Segunda Guerra Mundial, Keynes propuso (en How to pay for the war1940) por un lado, recurrir al ahorro obligatorio y, por otro, aumentar el impuesto sobre la renta, con un tipo marginal máximo del 97,5 % (para alcanzar las grandes fortunas).

Entonces, ¿cuáles podrían ser las soluciones “justas” para pagar el rearme actual?

En Le Nouvel Observateur, Guillaume Duval propone tres: “Podríamos, y deberíamos, volver a endeudarnos conjuntamente a escala de la Unión, como se hizo en 2020 para hacer frente a la pandemia de la covid-19. [...]. También deberíamos decidirnos por fin a movilizar los activos rusos congelados y no solo los intereses que generan”.

Continúa Duval: “En estas circunstancias excepcionales, también se puede y se debe doblegar por fin el brazo de los paraísos fiscales intraeuropeos. [...] El escándalo que supone la existencia de estos paraísos fiscales dentro de la Unión ya ha durado demasiado. De manera más concreta, es urgente poner fin a la casi total ausencia de tributación de las actividades europeas de las GAFAM y otras multinacionales [...] Por último, es necesario pedir una contribución (mucho) mayor a nuestros conciudadanos más ricos, que se han beneficiado enormemente de las políticas llevadas a cabo en Europa en las últimas décadas. Para financiar su esfuerzo bélico, los Estados Unidos de Roosevelt (y no la Rusia de Stalin) habían elevado el tipo marginal del impuesto sobre la renta de las personas físicas al 94 % en los años cuarenta (se trata del tipo al que se gravan los últimos euros de ingresos de los más ricos)”.

En la TageszeitungAnja Krüger se hace eco de todo esto y advierte de que “los gastos en ejército y armas aumentarán vertiginosamente en los próximos años en Alemania y en otros países europeos [...] las empresas europeas de armamento están creciendo enormemente, obteniendo inmensos beneficios que seguirán aumentando. [...] Los beneficios no deben ir solo a los bolsillos de los inversores, sino que el Estado debe recuperarlos. Existe una herramienta para hacerlo: el impuesto sobre los beneficios excesivos. En este caso, el Estado define un beneficio medio, por ejemplo, sobre la base de los últimos diez ejercicios financieros. Sobre los ingresos que superen ese importe se deben pagar impuestos. [...] Sería justo hacerlo con las empresas armamentísticas, que se benefician de una crisis política crónica. Es injusto que los beneficios solo favorezcan a los propietarios o inversores, sobre todo porque los ricos en este país no pagan suficientes impuestos. La mejor solución sería un impuesto sobre los beneficios excesivos a nivel europeo. Alemania podría ser pionera en este sentido”.

Dejar el discurso sobre un tema como la seguridad solo en manos de la derecha, por moderada que sea, supone arriesgarse a volver a dividir en dos la opinión pública, como está sucediendo. Artur Troost explica en Krytyka Polityczna: “Los líderes europeos están ignorando el hecho de que los recortes sociales pueden ser contraproducentes a largo plazo, también en materia de defensa, porque los ciudadanos abandonados por el Estado serán más propensos a radicalizarse y elegir, entre otros, a los enemigos de extrema derecha de la cooperación europea o a los simpatizantes de Putin. Las inversiones en defensa están destinadas a servir a la seguridad de los ciudadanos, pero su seguridad también depende de una buena atención sanitaria, un techo sobre sus cabezas, infraestructura energética y de transporte, etc. El armamento no tiene sentido si resulta en la capitulación del Estado en otras áreas. Europa tiene los medios para protegerse de una posible agresión, y para ello no necesita inundar al ejército con una montaña de dinero tomado de otras instituciones, sino más bien una mayor integración y una política de defensa común, incluso en la fase de producción”.

Valigia Blu ha publicado la traducción de un largo post publicado en Facebook por la historiadora ucraniana Hanna Perekhoda: “El enfoque más peligroso y regresivo sería recortar el gasto social para financiar la expansión militar. Este es el camino que proponen los neoliberales: reducir los presupuestos de sanidad, educación, pensiones y bienestar para desviar los fondos hacia la defensa. No obstante, resulta evidente que el debilitamiento de la seguridad social agravaría las desigualdades, alimentaría los disturbios y, en última instancia, desestabilizaría las democracias. En un momento en el que el populismo de extrema derecha está en auge, imponer la austeridad reforzaría rápidamente las fuerzas antidemocráticas. Dado el evidente apoyo de Rusia y Estados Unidos a estas fuerzas, un movimiento de este tipo es exactamente lo que Trump y Putin esperan”.