La dudosa cobertura de RTVE de la invasión rusa de Ucrania

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Zelenski, durante su visita a las fortificaciones defensivas de Sumi esta semana. Reuters

RTVE cubre la guerra desde una posición aparentemente imparcial. Sin embargo, pone constantemente el foco y la presión en Ucrania, el país agredido. 

Walter Duranty fue jefe de la oficina del New York Times en Moscú de 1922 a 1936. Hoy en día se le recuerda por haber encubierto en sus artículos la hambruna artificial que causó casi cuatro millones de muertos en la Ucrania Soviética. "Las condiciones son malas, pero no hay hambruna", escribió en una época en la que los periodistas internacionales apenas podían salir de Moscú.

Hoy en día, Rusia ha vuelto a llevar desolación y muerte a Ucrania. Sus crímenes, sin embargo, quedan a la vista de todos, como así reportan numerosas organizaciones internacionales. Por ende, la manera de encubrir estos crímenes ha evolucionado y se ha adaptado a los tiempos.

Es imposible negar que Rusia comete los más abyectos crímenes en Ucrania, pero se puede cambiar la narrativa para minimizarlos. Se pueden introducir elementos que los justifiquen, sembrar la duda sobre quién los comete o con qué intención, o presentar falsos equilibrios que desdibujan la línea entre agredido y agresor.

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El presidente ruso, Vladímir Putin. EFE

Así es la cobertura que realiza Radio Televisión Española de la guerra. Su corresponsal Víctor García Guerrero, por ejemplo, cubre los eventos desde una posición aparentemente neutral o imparcial. Sin embargo, pone constantemente el foco y la presión en el país agredido y elimina contexto importante sobre el agresor.

Quien siga su cobertura comprobará que el lenguaje que emplea es radicalmente opuesto dependiendo de si habla del país invadido o el invasor. En ocasiones, utiliza términos asociados a dictaduras o regímenes autoritarios al informar sobre el gobierno de Ucrania.

Por ejemplo, el presidente electo de Ucrania realiza "purgas" en su gobierno cuando despide a funcionarios acusados de corrupción.

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En cambio, valida el falso proceso electoral orquestado por el Kremlin, afirmando que Putin ha obtenido la victoria "más contundente" y "con la participación más alta" en la historia de la Rusia moderna. No hace mención alguna a la prohibición de múltiples candidatos ni a las numerosas evidencias de fraude.

Guerrero muestra una excesiva cautela a la hora de atribuir responsabilidades a Rusia cuando bombardea objetivos civiles ucranianos. En la inmensa mayoría de los casos, emplea un lenguaje impersonal: "un misil ha alcanzado", "los misiles suelen llegar por la noche", "un bebé ha muerto".

La autoría de los atentados se anuncia a través de fuentes ucranianas. "El Gobierno culpa a Rusia", "las autoridades locales culpan a Rusia", "los ucranianos acusan a Moscú de matar".

Sin embargo, esta prudencia no se observa de la misma manera cuando los bombardeos tienen lugar en territorio controlado por Moscú. "Ucrania ha respondido con un bombardeo de artillería", "un bombardeo ucraniano ha destruido un centro comercial".

Además, las múltiples menciones de bombardeos ucranianos distorsionan la realidad generando una falsa simetría entre los ataques rusos y ucranianos, así como los objetivos alcanzados.

El periodista de RTVE proporciona contexto de manera imparcial con el fin de sembrar la duda o justificar la acción. Repetidamente, reproduce las tesis del Kremlin que intentan sugerir que si una vivienda o infraestructura civil ha sido alcanzada, no ha sido intencionadamente: "Moscú suele achacar los impactos a las defensas antiaéreas ucranianas".

"Moscú hostiga el principal puerto de Ucrania día tras día para bloquear la exportación de grano o la entrada de armas, dice RTVE tras un ataque ruso sobre un hotel en Odesa"

En varias ocasiones, Guerrero añade información de manera cínica para respaldar esta postura. Por ejemplo, al referirse a explosiones causadas por misiles de sistemas S-300, Guerrero únicamente señala que es un "modelo utilizado por las defensas antiaéreas ucranianas". Sin embargo, omite mencionar que Rusia ha modificado este sistema para realizar ataques contra objetivos terrestres en Ucrania con escasa precisiónlo que ha provocado numerosas víctimas civiles durante la invasión.

En otras ocasiones, se añade contexto a crímenes de guerra. Después del ataque de Rusia a un centro de distribución de agua y electricidad en Kramatorsk, lo cual representa un crimen de guerra, Guerrero menciona que la ciudad "es un importante nudo de comunicaciones y de refugio de los soldados ucranianos".

"Moscú hostiga el principal puerto de Ucrania día tras día para bloquear la exportación de grano o la entrada de armas", explica el reportero tras un ataque ruso sobre un hotel en Odesa.

En el ataque a un ambulatorio en Dnipro, Guerrero añade que es la ciudad a la que van "los soldados del frente para descansar y curarse". En esta ocasión, incluso llega a mentir al calificar como "hospital militar" al ambulatorio y la clínica veterinaria que fueron blancos del ataque, en el cual murieron cuatro civiles y treinta personas fueron heridas, incluyendo un bebé y un niño.

La cobertura de Guerrero en el ámbito militar es claramente parcial. Desde noviembre de 2022, Rusia apenas ha logrado conquistar unos 120 km2 netos de Ucrania, lo que representa el 0,02% de la superficie total del país.

Estos avances se han producido a un alto costo de pérdidas humanas y materiales: se han confirmado hasta 5137 bajas en vehículos. Guerrero omite estos datos durante sus crónicas y tiende a centrarse selectivamente en los aspectos negativos que afectan a las fuerzas armadas de Ucrania. Las menciones a los "avances rusos" o a los "riesgos de embolsamiento" son constantes.

No fue así durante las contraofensivas de Járkiv y Jersón, cuando Ucrania liberó un territorio equivalente a las superficies de Asturias y País Vasco. En ese momento, Guerrero hacía hincapié en los esfuerzos de defensa rusa, sin citar ninguno de los problemas que pesaban sobre ellos.

La narrativa de RTVE reproduce los puntos principales de la propaganda del Kremlin, siembra la duda e introduce falsos equilibrios sobre los crímenes rusos, al tiempo que busca promover el mensaje de que la resistencia ucraniana es fútil. Para Guerrero, las vidas ucranianas son sacrificadas por Occidente y los líderes ucranianos.

De hecho, llega hasta el extremo de afirmar que Zelenski "dirige su guerra". Por el contrario, en ningún momento parece culpar a Rusia por haber lanzado una guerra de agresión contra un país soberano. Tampoco proporciona información sobre las bajas entre los soldados rusos, a quienes el Kremlin utiliza para alcanzar sus objetivos imperiales.

Al igual que Duranty, Guerrero presenta la versión de uno de los gobiernos más autoritarios y represivos del mundo como información. Amparado por la libertad de expresión en nuestra democracia, Guerrero se convierte en un vehículo para promover el discurso de un país donde protestas pacíficas, como el simple acto de sostener una hoja en blanco, puede resultar en encarcelamientos, en un momento en el que libra una guerra criminal de expansión territorial.

Todo esto se transmite en una televisión pública que parece ignorar las críticas de los cientos de ucranianos que residen en nuestro país.