Bernard Dréano, Claude Serfati y Catherine Samary
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Análisis de RearmEurope y de la defensa europea de la OTAN
Presentaciones por Bernard Dréano, Claude Serfati y Catherine Samary
Fuente: Reunión de la ENSU-RESU el jueves 22 de mayo de 2025
Contenido
1. Presentación de la reunión – Catherine Samary
2 - Análisis de RearmEurope - Claude Serfati
3- “Seguridad colectiva europea”: sobre la “defensa europea” y la OTAN - Bernard Dréano
4 - Conclusión abierta - Catherine Samary
Presentación de la reunión – Catherine Samary
Los tres somos miembros de la Red Europea de Solidaridad con Ucrania (RESU), pero también somos miembros de la Fundación Copérnico, que forma parte de nuestra reflexión: estamos implicados en la preparación, con otros compañeros, de una publicación de Copérnico que discute la “seguridad” europea desde un punto de vista altermundialista. Queremos presentar esta reflexión en curso en el seno de la RESU, a sabiendas de que no existe un “consenso” de la RESU sobre estas grandes cuestiones (caracterización de la Unión Europea (UE) y la (Organización del Tractado del Atlántico Nord (OTAN) y sus contradicciones/crisis, en particular en el contexto abierto por la invasión rusa de Ucrania y la llegada de Trump al poder). También sabemos que más allá de la RESU, profundos desacuerdos dividen a las izquierdas altermundistas, que tienen una gran necesidad y retraso en los debates sobre las cuestiones aquí planteadas.
Evidentemente, no nos erigimos en portadores de una “verdad indiscutible”, ni de una visión uniforme compartida y finalizada. Para nosotros, estas presentaciones y este debate son una “etapa” en un “proceso” de análisis y discusión necesarios, con desacuerdos y preguntas legítimas, más allá de lo que es nuestra plataforma consensuada (en defensa del derecho del pueblo ucraniano a la resistencia armada y no armada a la agresión imperial rusa) - y nuestros vínculos desde abajo con la izquierda ucraniana que lucha en varios frentes.
El debate se iniciará con dos presentaciones. La primera correrá a cargo de Claude Serfati, que analizará RearmEurope. Claude, miembro de la RESU, es un investigador especializado en la “militarización del mundo”, sobre la que ha escrito numerosos libros y artículos (en particular, presentados o publicados en la revista Les Possibles del Consejo Científico de Attac). Tras él, Bernard Dréano cuestionará las cuestiones de “defensa colectiva europea” asociadas a la OTAN. Bernard, que también es miembro de la RESU, es desde hace tiempo dirigente y presidente de varias redes anticolonialistas internacionales, entre ellas el Centro de Estudios e Iniciativas en Solidaridad Internacional (CEDETIM).
NB1: Estaba prevista una tercera contribución para esta reunión, de Adam Novak, que también ha estado implicado con la RESU desde su creación (especialmente en relación con Europa del Este), en relación con la reunión europea Stop RearmEurope a la que asistió y de la que publicó un informe en Europe Solidaires Sans Frontières. No obstante, Adam se disculpó por no poder asistir el 22 de mayo. Dada la falta general de tiempo, la importancia de un debate crítico sobre las movilizaciones por la paz en curso y la ausencia de Adam, este punto no se trató, dejándolo para un debate ad hoc de la RESU.
NB2: Así pues, el debate se centra en las dos presentaciones, sin tiempo para que Claude y Bernard intervengan para concluir y dialogar sobre las cuestiones planteadas. Por ello, los dos ponentes redactaron sus presentaciones, incorporando aquí lo que les hubiera gustado decir al final de la reunión, a la luz del debate. Por eso se trata de presentaciones “actualizadas”.
NB3: En la conversación mantenida con el grupo de coordinación de la RESU tras la reunión se hizo hincapié en que, dado que la grabación automática de las presentaciones y el debate era inutilizable, se procedería a la puesta en común y la continuación de los debates de esta reunión:
a) Una presentación resumida de la reunión por Bernard, Claude y Catherine, con introducciones: de ahí este texto;
b) Un resumen de las intervenciones del coordinador interino de la RESU (Szymon Martys) y/o, para quienes lo deseen, la redacción de sus intervenciones, con publicación en este sitio web. Sin embargo, tal y como se dijo en el debate, todos estamos de acuerdo en que las prioridades de la RE-SU son las campañas concretas.
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II. Presentación actualizada de ‘Rearmar Europa’
Por Claude Serfati (miembro de la RESU, autor de Un monde en guerres, Textuel, abril de 2024)
La defensa es el núcleo fundacional de los Estados, y más aún en el continente que fundó los Estados-nación.
Para entender adónde conduce la aceleración del militarismo europeo es necesario repasar brevemente mi análisis de la UE como institución compuesta sui generis.
Es el producto de tres fuerzas a veces convergentes, a veces opuestas:
- la dinámica internacionalización de los capitales radicados en los países de la UE, pero parcialmente integrados en la zona transatlántica
- el papel central de los grandes Estados europeos
- la creación de una burocracia paraestatal (Comisión Europea, Banco Central Europeo, Tribunal de Justicia de la UE) que, como toda burocracia, ha desarrollado sus propios mecanismos de autoexpansión basados (para la Comisión) en un triple papel: “nivelar el terreno de juego” entre capitales nacionales rivales, defender los intereses de la UE frente a países rivales y, sobre todo, coordinar las políticas anti laborales
Si se observan estas fuerzas complementarias, pero también rivales, es fácil comprender que la UE está en “crisis” permanente, pero las fuerzas de integración vigentes desde hace siete décadas mantienen los intereses comunes sin avanzar hacia el federalismo. Así pues, está claro que la defensa común no está en el orden del día.
Los objetivos del plan Rearmar Europa
La militarización comenzó antes de 2022
Es un error pensar que la militarización es solo una respuesta a la agresión imperialista de Rusia. Entre 2014 y 2024, el gasto militar de la UE aumentará un 79% en euros constantes (datos de la Agencia Europea de Defensa, AED). Las fuerzas endógenas a la UE que impulsan su militarización son poderosas.
El número de empleados de la industria aeroespacial y de defensa europea (incluido el Reino Unido) ha pasado de menos de 800.000 en 2012 a más de un millón en 2023. La facturación ha pasado de 200.000 millones de euros a 290.000 millones en el mismo periodo, de los que más de la mitad corresponden al sector de defensa (fuente: AED 2024).
Además, varios países miembros representan una proporción significativa del gasto militar mundial y de las exportaciones de armas.
Rearmer l'Europe: tres áreas clave
El plan “Rearmar Europa. Preparación para 2030”, anunciado por la Comisión en abril, prevé una financiación de los presupuestos de defensa de 800.000 millones de euros (en torno al 4% del PIB de la UE, en 2024 €19,4 billones). Contiene tres medidas principales:
a) Un nuevo instrumento financiero (Security Action for Europe, SAFE) inspirado en el creado en 2020 para hacer frente a la llegada del COVID-19. Prevé préstamos por un total de 150.000 millones de euros, es decir, el 20% del total, en condiciones preferentes para permitir a los Estados reforzar sus capacidades militares y colaborar en programas de armamento en sistemas de defensa antimisiles, artillería, drones, etc. Los Estados miembros deben comprometerse a adquirir sistemas de armamento en los que al menos el 65% de los componentes procedan de Europa, incluida Ucrania.
b) La Comisión anima a los Estados miembros a aumentar la financiación pública de la defensa suprimiendo la cláusula de salvaguardia nacional del 3%. Esta estimación se basa en la hipótesis de que los Estados miembros aumentarán su gasto militar en una cantidad equivalente al 1,5% de su PIB (por ejemplo, para Francia, pasar del 2% al 3,5% de gasto militar/PIB).
c) La Comisión recomienda que el Banco Europeo de Inversiones (BEI) flexibilice considerablemente las condiciones para conceder préstamos a las empresas armamentísticas, lo que en la práctica significa dejar de clasificar las armas como productos nocivos. Ahora los bancos podrán prestar a los “comerciantes de armas” y al mismo tiempo invocar el “desarrollo sostenible”. El BEI ha ampliado su apoyo financiero a los productos de seguridad y de doble uso a € 8.000 millones para 2021-2027 .
Resumen de las críticas al plan Rearmer l'Europe
- Fuerte aumento del gasto militar
- Que será financiado por los Estados nacionales
- Que limitará moderadamente la fragmentación nacional
- Que ya está contribuyendo considerablemente a la riqueza de los grandes grupos que hacen los pedidos, y ha propiciado la aparición de nuevas empresas de armamento basadas en la IA (Helsing, Mistral), con un aumento del capital riesgo, y
- Que reforzará, en lugar de disminuir, la presencia de grupos de defensa estadounidenses.
En resumen, la Comisión no orienta sus propuestas en la dirección de una ayuda masiva a Ucrania.
A continuación se desarrollan algunos de estos puntos.
Persiste la fragmentación nacional
Los informes Draghi Letta y Niinistö insisten en la necesidad urgente de una integración industrial de la producción de armamento, y otros informes piden que se siga avanzando en la definición de una política comunitaria de defensa y seguridad. Numerosos informes encargados por la Comisión (y el Parlamento) cifran en decenas de miles de millones de euros “el coste de no tener una Europa de la defensa”, etc.
Pero Rearm Europe no tiene nada de eso.
- No hay una definición conjunta de las necesidades.
- No hay obligación de hacer pedidos conjuntos intergubernamentales: “Estos créditos pueden apoyar la adquisición conjunta de productos de defensa, incluidas las capacidades industriales y la preparación de infraestructuras” (Comisión, cursiva mía). La Comisión se limita a decir: “podrán” ....
La Comisión recuerda que “los Estados miembros conservarán siempre la responsabilidad de sus propias tropas, desde la doctrina hasta el despliegue, así como de la definición de las necesidades de sus fuerzas armadas” . Esta observación, que también está en consonancia con la pequeña parte de la financiación comunitaria (150.000 millones financiados por la Comisión de un total de 800.000 millones de euros), marca el rumbo de la militarización: corresponde a los Estados miembros intensificarla.
Del mismo modo, “este nuevo instrumento [SAFE] concede préstamos a los Estados miembros para reforzar la industria europea de defensa. La finalidad de estos préstamos no es aplicar una política exterior y de seguridad común”.
Predominan las estrategias nacionales y aumentará la polarización en torno a los grandes países europeos
Cada gran Estado miembro persigue su propia agenda. He aquí algunos ejemplos:
- Alemania: “El gobierno alemán proporcionará a la Bundeswehr todos los recursos que necesite para convertirse en el ejército convencional más poderoso de Europa” (Friedrich Merz, 14 de mayo de 2025).
- El 23 de octubre de 2024, los Ministros de Defensa de Alemania y el Reino Unido firmaron el Acuerdo de Trinity House .
- Francia y Polonia firmaron un acuerdo estratégico el 9 de mayo de 2025, cuyas limitaciones ya han sido señaladas por los comentaristas.
Se trata, pues, de seguir una política de defensa “a la carta”, como prevé el Tratado europeo con la PESCO (cooperación permanente estructurada) “para los países que quieran avanzar” (la Coalition of the Willing).
Continúa la competencia en la producción de armas
Los programas europeos de cooperación sólo representan una pequeña parte de la producción de armas (fuente: AED) (el objetivo es alcanzar el 40% en 2030) y muy poco de la Investigación y Tecnología (6%).
Hay programas europeos bilaterales que compiten por el “avión del futuro” (Francia-Alemania-España frente a Reino Unido-Italia-Japón) y desacuerdos entre Francia y Alemania sobre el reparto industrial y las normas de exportación.
Dividendos de guerra
Los resultados tangibles son la euforia bursátil. En los últimos cinco años, el índice bursátil compuesto por las 10 grandes empresas aeroespaciales y de defensa europeas (Airbus, tres británicas, dos francesas, dos alemanas, una italiana y una sueca) ha subido un 281%, frente a “sólo” un 66% para el conjunto de los grandes grupos cotizados en Europa (fuente: Stoxx).
El mercado de capital riesgo, que financia a las empresas de nueva creación, también es muy boyante. Las nuevas empresas de defensa, sobre todo las alemanas, atraen a inversores financieros, principalmente estadounidenses (63% de la financiación).
La exigencia de un control social de las empresas armamentísticas es una demanda que se puede escuchar: las armas no son una mercancía, las guerras no deben ser un negocio. “No quiero correr el riesgo de que el dinero de los contribuyentes acabe siendo utilizado para subvencionar los beneficios de las empresas”, declaró Tobias Cremer, eurodiputado alemán socialista y demócrata de la Subcomisión de Defensa y Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo.
Es hora de pasar a la acción
El factor transatlántico y el papel decisivo del Reino Unido
La Presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, declaró: “La nueva asociación en materia de defensa con el Reino Unido impulsará la cooperación, abarcando los ámbitos de la industria, la movilidad, el mantenimiento de la paz, la gestión de crisis, así como la defensa contra amenazas híbridas […] y esto es sólo el primer paso hacia la participación del Reino Unido en el programa de inversión en defensa [SAFE]”. Así pues, la industria británica podría optar a proyectos de la UE.
La militarización avanza bajo el dominio estadounidense. Esto es cierto desde el punto de vista de la interoperabilidad de los sistemas de armas (véase el texto de Bernard Dréano), y es cierto desde el punto de vista industrial. Una gran parte de las importaciones de armas procede de Estados Unidos.
Con las tensiones con Trump como telón de fondo, el acuerdo UE-Reino Unido cobra toda su importancia.
Dada su posición histórica, el Reino Unido desempeña un papel fundamental en el mantenimiento de la alianza transatlántica. Ello provocará un desplazamiento del centro de gravedad de la política de defensa de la UE, que deberá implicar al Reino Unido, y sobre todo anunciará nuevas tensiones entre los Estados miembros, ya que los más pro-estadounidenses tratarán de reforzar el lugar del Reino Unido en la Europa del Rearme y en los programas de defensa cooperativa (de ahí los debates sobre los criterios de elegibilidad, el nivel de contenido europeo--de la UE—para beneficiarse de los fondos europeos, etc.).
El plan RearmEurope no está diseñado para ayudar a Ucrania
Algunos argumentos:
- La negativa a reforzar la cooperación industrial para producir para Ucrania significa que esta ayuda no es más que una yuxtaposición de producciones nacionales. Resultado: pérdida de eficacia. Véase la Ley de Apoyo a la Producción de Munición (ASAP). Por ejemplo, el objetivo lanzado en junio de 2023 de entregar un millón de proyectiles a Ucrania (en marzo de 2024) sólo se alcanzó tras un importante retraso (en noviembre de 2024). La reticencia a renovar este programa parece bastante fuerte.
- Francia e Italia se opusieron a la propuesta del Comisario Kaya Kallas de que el programa de ayuda de 40.000 millones de euros a Ucrania -incluidos 5.000 millones para municiones- se pondere en proporción al PIB de los Estados miembros. En la actualidad, la ayuda a Ucrania es inversamente proporcional al PIB (los países grandes ayudan proporcionalmente menos que los “países pequeños”, Instituto Kiel).
- Los países dan prioridad a la continuación de sus ventas de armas (a los regímenes de Oriente Próximo e India para Francia, a Israel para Alemania, etc.). Las entregas de armas de Francia a Ucrania apenas representan el 20% de sus exportaciones.
- En un estudio sobre las consecuencias de la elección de Trump, el Instituto Kiel estima que “Europa podría sustituir la mayor parte del equipo suministrado por Estados Unidos” . Para Alemania, esto significaría un aumento de 6.000 millones de euros a al menos 9.000 millones de euros, para el Reino Unido de 5.000 millones de euros a 6.500 millones de euros, para Francia de 1.500 millones de euros a 6.000 millones de euros, para Italia de 800 millones de euros a 4.000 millones de euros y para España de 500 millones de euros a 3.000 millones de euros. Esto podría lograrse reorientando parte del gasto militar de estos países para producir las armas que Ucrania necesita. Pero el Instituto de Kiel no lo dice.
- Esta ayuda a Ucrania podría basarse en el “modelo danés”, que en la práctica consiste en la financiación directa de la producción de armas por la propia industria ucraniana. El Comisario de Defensa, Kubilius, quiere que los países europeos utilicen el mecanismo SAFE de Rearm Europe (arriba mencionado) para duplicar la ayuda a Ucrania (€80.000 millones en lugar de €40.000 millones) “invirtiendo en la producción nacional (ucraniana)” . El problema es que para los principales países militarizados (Alemania, Francia, Italia, Reino Unido) esto significaría aceptar la aparición de una industria armamentística competidora. La industria ucraniana acaba de demostrar su capacidad y creatividad (Operación Telaraña para destruir bombarderos y cazas rusos). ¿Pueden Airbus, BAE Systems, Dassault y Leonardo aceptar a estos competidores ucranianos?
Conclusiones
- Hay una necesidad urgente de sacar la producción de armas de las manos de los grandes grupos de defensa financiarizados de Europa
- Debemos denunciar el plan Rearm Europe, que utiliza la invasión rusa para engordar los sistemas militares-industriales
- No armas para dictaduras, armas para Ucrania
III. ¿Seguridad colectiva europea? Preguntas sobre la defensa europea y la OTAN
Presentación de Bernard Dréano (CEDETIM)
Un punto de método
Los puntos de vista pueden diferir entre nosotros dentro de RESU-ENSU, dependiendo de nuestras percepciones de las urgencias y amenazas, experiencias históricas y situaciones políticas en cada uno de nuestros países, respecto a lo que es o podría ser una política de defensa y seguridad colectiva en Europa. Todos aquellos que contribuyen a nuestra red en apoyo de la resistencia armada y no armada del pueblo ucraniano pueden tener sensibilidades diferentes, e incluso pueden diferir en algunos puntos concretos.
La verdadera OTAN
Se supone que la OTAN es la herramienta militar de la Alianza Atlántica Euroamericana, concebida durante la Guerra Fría, cuyos fundamentos políticos nunca se han actualizado y cuya unidad ideológica está en entredicho. Sobre todo, esta Alianza no es una alianza de iguales, sino que confirma la preeminencia de Estados Unidos de América, incluso en el sistema organizativo de la OTAN, mientras que las decisiones estratégicas no se toman tras consultar a todos los aliados. La OTAN es responsable de que determinadas decisiones se lleven a la práctica.
En realidad, la OTAN es una agencia funcional que elabora normas y métodos. Garantiza la interoperabilidad de los ejércitos de los países miembros, así como los de un gran número de países no miembros de Europa, Asia y Oriente Medio. Esta función de agencia fomenta el suministro de equipos estadounidenses para los ejércitos en cuestión.
La OTAN es percibida por la mayoría de sus Estados miembros, y a menudo por su opinión pública, como una “póliza de seguros”, ya que el artículo 5 de su Carta estipula que los miembros son solidarios entre sí. La garantía de un “paraguas nuclear” sólo está implícita y no figura en el contrato.
En la práctica, la OTAN como tal nunca intervino en conflictos armados durante la Guerra Fría (aunque la “agencia OTAN” puede haber desempeñado un papel técnico). La primera intervención militar bajo bandera de la OTAN tuvo lugar en Bosnia-Herzegovina bajo mandato de la ONU en 1992, seguida de la intervención en la guerra de Kosovo sin mandato de la ONU en 1999. La más larga, durante veinte años (2001-2021) en Afganistán, la OTAN fue entonces una agencia subcontratada bajo el dominio de Estados Unidos (Operación Libertad Duradera). Y sin embargo, tras el desastre final, las autoridades de la OTAN se “felicitaron” por una campaña cuyos fundamentos y modalidades nunca se debatieron seriamente en los Estados miembros.
Hoy, ante la guerra de agresión de Rusia en Ucrania, no es la OTAN la que toma las decisiones, limitándose a su papel de organismo principal del “Grupo Ramstein” de países que suministran armas a Ucrania.
No existe un “pilar europeo” de la OTAN y el mando supremo europeo lo ostenta un estadounidense). La OTAN cambió el nombre de su “mando integrado” para facilitar la reincorporación de Francia en 2009 (aunque en realidad nunca se había ido), cambiándolo por el de “mando de operaciones” y dejando a los franceses con un “mando de transformación” que no manda nada. Ese mismo año, 2009, Estados Unidos instituyó el nuclear sharing, formalizando la presencia de armas nucleares estadounidenses en cinco países miembros (Bélgica, Países Bajos, Alemania, Italia y Turquía), muy teóricamente implicados en cualquier decisión de utilizarlas. La compra de aviones F-35 Lockheed-Martin es una de las cláusulas no escritas del contrato. Por último, el Consejo OTAN-Rusia funcionó bien de 2002 a 2008, y no se suprimió hasta 2014.
La Unión Europea
La cuestión se desarrolla en otro lugar. Recordemos que la Comunidad Europea (entonces Unión) se fundó excluyendo explícitamente el aspecto de la seguridad militar (implícitamente reservado a la OTAN), pero en 1992 se estableció una “política exterior y de seguridad común”, en 2007 una “política común de seguridad y defensa” (incluida en la anterior), en 2016 una “cooperación estructurada permanente” y finalmente en 2025 el programa Rearm Europe (rebautizado Readiness 2030).
El artículo 42 del Tratado de Lisboa de 2007 también prevé la solidaridad entre los Estados miembros en caso de agresión contra uno de ellos.
¿Cuál es la base de la seguridad y la defensa comunes?
En general, los movimientos progresistas europeos han evitado abordar seriamente las cuestiones de seguridad y defensa comunes.
La mayoría de los socialdemócratas (aunque no todos) han aceptado la postura atlantista y la OTAN como “garantía”, y unos pocos se han limitado a deplorar la ausencia de un pilar europeo en la OTAN.
Las izquierdas radicales y ecosocialistas han denunciado por un lado (con mayor o menor coherencia y muy poca eficacia) las acciones militares imperialistas de los ejércitos europeos y, por otro, han denunciado en general la OTAN y la militarización de la Unión Europea.
Todo esto ha quedado muy abstracto, y no sin derivas (negativa a apoyar la resistencia del pueblo ucraniano contra el imperialismo ruso para unos, negativa o incapacidad de intervenir para detener la guerra genocida de Israel en Palestina para otros...).
Tenemos que abordar las cuestiones de defensa y seguridad con acciones a corto plazo y propuestas a largo plazo.
A principios del siglo XXI, nadie sabía sobre qué consenso geoestratégico y de política de seguridad se fundaba la Alianza Atlántica. Las diferencias de prioridades y de programación eran evidentes, entre Estados Unidos y algunos europeos, entre los propios Estados europeos, y la OTAN se reducía más que nunca a un instrumento de políticas definidas principalmente en Washington (cf. Afganistán). La guerra de agresión de Putin tuvo como efecto una súbita “reactivación” de la OTAN, con la adhesión a la Alianza de dos países neutrales, Suecia y Finlandia, que pasaron a formar parte de la organización. El segundo mandato de Donald Trump ha visto cómo las contradicciones entre estadounidenses y europeos se han agudizado hasta el punto de romperse, sin que existan todavía alternativas claramente definidas dentro o fuera de la OTAN, coalitions of the willing, nuevas formas de comunidad de defensa, etc.).Cualquiera que sea el futuro de la estructura de la OTAN en un sistema de seguridad colectiva (¿reformada o suprimida?), cabe preguntarse por qué, desde hace años, casi nadie en la izquierda (europea o norteamericana) ha pedido o pide cuentas de las actividades de la organización, en las instancias parlamentarias nacionales, en la Asamblea Parlamentaria de la OTAN, o de lo que se dice en el Consejo del Atlántico Norte...
Antes incluso de saber cómo defender, con qué medios militares y civiles, debemos preguntarnos primero qué queremos defender y si los medios políticos o materiales desplegados son coherentes con esta voluntad y susceptibles de preservar una paz duradera.
Lo básico está ahí:
En los Estados europeos (todos excepto Rusia y Bielorrusia), el Convenio Europeo de Derechos Humanos tiene fuerza de ley, y se espera que todos acepten las sentencias del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Muy significativamente, ciertos partidos de derechas y la extrema derecha europea están atacando a esta institución y al Convenio.
Al final de la Guerra Fría, europeos y norteamericanos crearon una organización especializada para garantizar la seguridad común, la OSCE (Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa), pero desgraciadamente su puesta en marcha se ha visto obstaculizada por los mismos que la fundaron (no sólo los rusos). Todavía es necesario revitalizar el proyecto.
La mayoría de los Estados europeos suscriben no sólo y por definición la Carta de las Naciones Unidas, sino también un conjunto de leyes y tratados relativos a la seguridad, el Derecho internacional y, en particular, el Derecho humanitario, y el control de armamento, como el Tratado de las Naciones Unidas sobre el Comercio de Armas de 2014 o la Directiva europea de 2008 sobre el mismo tema.
Estos textos no son contradictorios con las políticas de defensa, incluidas sus dimensiones estrictamente militares. Constituyen la base común de lo que debe defenderse y deben orientar la organización y la puesta en práctica de los medios de defensa.
IV. Conclusiones (‘actualización’) de la reunión (Catherine Samary)
De las presentaciones y el debate se desprende una postura, desde el punto de vista de la ENSU:
a) La necesidad de transparencia sobre las opciones y políticas aplicadas en nombre de la “seguridad colectiva” ;
b) Una crítica a las fuerzas políticas dominantes que combinan el apoyo al militarismo con ataques a los derechos sociales y los servicios, tanto en su discurso como en sus políticas presupuestarias.
c) Sino también una crítica al pacifismo abstracto que no se solidariza con la resistencia ucraniana a la agresión rusa, haciendo incluso de la ayuda prestada a Ucrania la causa de la guerra. Para nosotros, como para nuestros camaradas ucranianos, “de Ucrania a Palestina, la ocupación es un crimen”.
En general, por tanto, está surgiendo una demanda de control público y democrático de la producción y los presupuestos, con un análisis concreto de los conflictos y las guerras: en cada país y a escala europea: ¿qué producción de armas, por quién, para quién, con qué fines? La “politización” del debate sobre las armas y la “seguridad” desde una perspectiva de solidaridad “desde abajo” con la resistencia popular a la agresión implica la socialización de las industrias armamentísticas. El control de las opciones se asocia a su vez a los vínculos desde abajo (políticos, sindicales, feministas, ecologistas, etc.) con las asociaciones de resistencia a las políticas neocoloniales.
Contra el uso abusivo de la noción de “economía de guerra” (cf. Macron) para apoyar los beneficios y las exportaciones de las industrias armamentísticas a las fuerzas reaccionarias: desde un punto de vista altermundialista europeo, es posible oponerse a la militarización de los presupuestos y las mentes y exigir ayudas concretas para la resistencia ucraniana y su necesaria “economía de guerra” (como hacen los daneses) en función de las necesidades específicas. Cf. las conclusiones del discurso de Claude Serfati: armas para Ucrania, no para Israel...
En esta misma lógica de control y politización del debate sobre “qué tipo de seguridad europea” sobre la base de los derechos (cf. Bernard Dréano), es posible oponerse a la pseudo-elección impuesta entre la “seguridad” militar (el derecho a resistir a la agresión con las armas en la mano) y la defensa de los derechos sociales. Esta es la orientación que defienden nuestros camaradas en Ucrania, luchando en varios frentes y subrayando que consolidar la resistencia popular frente a la agresión rusa pasa por reforzar los derechos y servicios sociales, no por atacarlos como se hace sobre la base de una lógica neoliberal -de Zelensky a Trump pasando por la UE.