En defensa de Ucrania y de la Paz sobre el continente europeo. Para derrotar la guerra de agresión de Vladimir Putin y para que este responda por sus crímenes ante la justicia internacional, defenderemos inquebrantablemente la soberanía y libertad del pueblo ucraniano y la integridad de sus fronteras, entregando las armas necesarias, anulando su deuda externa, embargando en el marco de lo permitido por el derecho internacional los bienes de los oligarcas que contribuyen al esfuerzo bélico ruso, enviando cascos azules para proteger la seguridad de las centrales nucleares en un contexto internacional de tensiones y guerra en el continente europeo y actuando por el retorno de la paz.
Programa del Nouveau Front Populaire
Les Écologistes, La France insoumise, Parti communiste y Parti socialiste, así como Place publique, Génération·s, Gauche républicaine et socialiste, Nouveau Parti Anticapitaliste y otras entidades políticas, sindicales, cívicas, etc. (1)
1. Las 18 páginas del memorando bilateral de entendimiento 2024-2034 entre España y Ucrania incluyen varios compromisos: entrega a Ucrania de armamentos (valorados para 2024 en mil millones de euros); ayuda humanitaria y de reconstrucción; respaldo al ingreso de Ucrania en la Unión Europea... No es un tratado vinculante e ignoro cómo se aplicará de aquí a 2034. En lo inmediato, 2024-2025, apoyo el acuerdo bilateral e invito a vigilar/exigir desde abajo su cumplimiento adecuado y ágil.
2. Sin armas suficientes y tempranas Ucrania perderá y no habrá paz ni reconstrucción. Pedir armas para Ucrania no es belicismo; Hitler se habría adueñado del mundo si nadie hubiese opuesto armas a su expansión. Soy pacífico, soy pacifista y reconozco el derecho a la legítima defensa individual o colectiva, en defensa propia o de otras personas o grupos agredidos, ejercida con mesura. Oponerse a que Ucrania se defienda no es pacifismo, y dejarla sola en ello no es solidaridad. Quienes sí han apoyado y apoyan otras luchas armadas pero no la ucraniana no pueden justificarlo solo en nombre de "la paz".
3. En cuanto a la acción armada, no existe respuesta universal para todo tiempo y lugar. Pacifismo y solidaridad deben arraigar en lo singular de cada situación. Es preciso ir más allá de generalidades para pensar y sentir la guerra de Putin contra Ucrania tal y como es.
a) Es una guerra expansionista contra un país que no había agredido a Rusia y que en 1990, siendo el tercero con mayor número de armas nucleares, entregó todas a Rusia a cambio del respeto a su integridad territorial y seguridad.
b) Es una guerra a gran escala. Destruye Ucrania, arrasa sus infraestructuras, ha desplazado a diez millones de personas y secuestrado a 20.000 menores. Muchos miles de personas han sido asesinadas entre la población civil ucraniana, al igual que decenas de miles de sus combatientes. Decenas de miles de soldados rusos han sido sacrificados por Putin. "Zurdos" o "diestros", lo decente es estar contra la barbarie de Putin y de Netanyahu.
c) Para Putin "Ucrania no existe", "Ucrania es Rusia" y su "Rusia" incluye Moldavia, Georgia, los estados bálticos, Polonia, Finlandia, aguas territoriales suecas y la isla de Gotland, Groenlandia o Alaska. Para su gurú Dugin, también Grecia, Serbia, Rumania y Bulgaria. Putin habla de un "mundo ruso" que "no termina en ningún lado". El "espacio vital" de Putin es similar al Lebensraum nazi, que llevó a la II Guerra Mundial. ¿Estamos en un interludio similar al periodo pre-IIGM en que Hitler alentó el golpe franquista, destruyó Guernica, se anexó Austria, invadió los Sudetes y se repartió Polonia con la URSS estalinista? ¿Quienes se oponen a dar armas a Ucrania en nombre de la paz son un remedo del patético Chamberlain para el que Checoslovaquia, a unos 500 km de Francia, era "tierra lejana" en la que disputaban "gente de la que no sabemos nada"? ¿O un remedo de quienes tragaron con el pacto Ribbentrop-Mólotov?
d) El putinismo, como el trumpismo o el patriarcalfascismo de los ayatolás, no es un fenómeno local: en torno a esos polos basculan corrientes que, insertas en la lógica capitalista tanto como el que más, difunden y llevan a la práctica contravalores reaccionarios, fascistas, fascistizantes, totalitarios, feminicidas o neoestalinistas: autoritarismo político, negacionismo climático (y a veces de las vacunas), patriarcalismo y homofobia exacerbados, racismo, aplastamiento -cuando gobiernan- de la libertad de expresión y de asociación política, sindical o cívica, represión y asesinato de la oposición. En la órbita del putinismo giran gobiernos (Hungría, Eslovaquia) y movimientos europeos de extrema derecha (AfD en Alemania, FPÖ en Austria) y otros gobiernos como los de Cuba, Nicaragua, Venezuela o Corea del Norte, etc. En España el putinismo recoge simpatías entre la extrema derecha y entre franjas que se dicen "izquierda" e insisten en que Rusia ha invadido Ucrania para defenderse de ataques de la OTAN. Eso y la ambigüedad de varias formaciones políticas contribuye a dar la imagen de que "la derecha" apoya a Ucrania y "la izquierda" no lo hace, lo que es socialmente falso: el 70% de votantes de PSOE y Sumar apoyaban entregar armas a Ucrania, frente al 58% de votantes de PP y el 25% de votantes de Vox, estos más putinistas que nadie (INVYMARK 1/6/2024).
e) Los estrechos vínculos entre putinismo y trumpismo interfieren en la guerra. El principal factor de los últimos avances de Rusia ha sido el largo bloqueo en el Senado de la ayuda a Ucrania por el partido trumpista. Siendo probable que Trump gane las elecciones de noviembre, "gracias" al criminal apoyo de Biden a Netanyahu, no puede excluirse un corte radical en 2025 de la ayuda de EEUU a Ucrania. Urge que se acelere y refuerce el envío de armas a Ucrania para que pueda recuperar terreno antes de tal posible traición.
f) Ucrania es país agredido, tiene derecho a defenderse, difícilmente podrá hacerlo sin recibir ayuda y armamento internacional desde estados capaces de dársela. Hechos evidentes. Ahora bien, ¿hay que dar a Ucrania ese armamento? ¿dárselo generaría riesgos peores?, como dicen quienes se oponen porque "prolongaría la guerra" y centran su crítica "antimilitarista" en Borrell, von der Leyden y la OTAN, ignorando a Putin y sus comparsas, algo tan fantasioso como lo sería culpar a Putin por la masacre que Netanyahu, con apoyo de Biden, comete en Palestina.
g) La experiencia histórica y la naturaleza del putinismo apunta a que los riesgos de expansión bélica en Europa no están en que Ucrania resista sino en que Putin gane y obtenga sus objetivos, alentando su proyecto expansionista, al que en algún momento habría que decir basta: más vale ahora y no cuando haya logrado parte de sus objetivos. Sí, hay que considerar los riesgos de guerra europea o global, incluso de guerra nuclear. No se trata de tocar "tambores de guerra": lo que suena no son tambores sino los misiles de Putin. Ucrania no ha pedido que otros declaren la guerra a Rusia, ha pedido ayuda para defenderse por sí misma, como pedía la España antifranquista republicana o libertaria. Negársela es una indecencia que aumenta la probabilidad de que la guerra de Rusia contra Ucrania derive a guerra inter-europea.
h) No digo que Ucrania deba ejercer la resistencia armada ni pido que lo haga. Digo que si Ucrania decide resistir, debe ser apoyada. Lo ha decidido y lo hace. Por tanto Sí, armas para Ucrania. No han estado a la altura de las circunstancias quienes, pese a un largo programa electoral que incluía la entrega de armas a Ucrania, durante la campaña pre-9J han eludido decirlo en las intervenciones públicas y entrevistas que he podido escuchar y no han dado apoyo al Acuerdo España-Ucrania alegando defectos de comunicación en el seno del Gobierno y del Congreso, lo que, en todo caso, no justificaría obstaculizar el acuerdo o remitirlo al Congreso sin pronunciarse. En mi entorno, les ha costado muchos votos.
4. Hay reflexiones y dudas sobre problemas complejos que se plantean a quienes apoyamos y reclamamos la entrega de armas a Ucrania desde un horizonte democrático-libertario, socialista, humanista-internacionalista, crítico del capitalismo y de las lógicas propias de los estados. Problemas que, ante una guerra imperial de agresión, potencialmente expansible hacia más zonas de Europa, se nos plantean a quienes hemos denunciado los bloques militares, el armamentismo, el aumento de los gastos militares. Sin retroceder en nuestras convicciones más esenciales, quizá tengamos expresarlas de otra forma en nuevos y malos tiempos. Sin tópicos, con incertidumbre y abriendo la puerta a diálogos entre quienes estamos del mismo lado, esto es, con esa mayoría de la población de España que está, a la vez, con Ucrania contra Putin y con Palestina contra Netanyahu.
i) ¿Se debe entregar a Ucrania armas que no sean defensivas? En esta fase de la guerra hablar de armas "defensivas" es un eufemismo. Putin está decidido a quedarse con la totalidad de Donetsk, Lugansk, Jersón, Zaporiyia y Crimea/Sebastopol, incluidas zonas que aún controla Ucrania. Ucrania no puede defenderse y recuperar los territorios invadidos sin atacar. La distinción entre armas defensivas y armas ofensivas nos lleva al reto shakesperiano de cortar carne sin derramar sangre. Sin armas ofensivas, Ucrania no se puede defender. Sí debemos oponernos a la entrega y uso de ciertas armas, como las nucleares, pero no a que sean "ofensivas".
ii) ¿Puede permitirse que Ucrania use en territorio ruso las armas que le son entregadas? Rusia ataca a Ucrania desde Ucrania y desde Rusia. Atar las manos de Ucrania aseguraría su derrota: ¿Rusia puede lanzar todo tipo de ataques contra Ucrania desde fuera de Ucrania, con misiles, drones, artillería, aviones, desde barcos, etc., pero Ucrania solo podría actuar contra esos ataques cuando ya han penetrado en Ucrania? ¿Debe esperar a que un misil ruso pase la frontera para derribarlo? ¿No puede atacar a tanques rusos muy cercanos a lo frontera? Ucrania debe poder recibir todo el armamento que necesite para defender y recuperar su país, con pleno derecho a decidir su uso, salvo para crímenes de guerra y contra la humanidad. Temer que eso pudiera enfurecer a Putin es ingenuo, pues este considera ataque en "territorio ruso" cualquier acción ucraniana en Donetsk, Lugansk, Jersón, Zaporiyia y Crimea/Sebastopol. No soy estratega, no sé si conviene a Ucrania atacar territorio ruso, pero tiene derecho a hacerlo.
iii) ¿De dónde sacar las armas que se entreguen a Ucrania? Dar prioridad a la entrega de armas ya existentes en los arsenales del país donante es correcto, porque así pueden llegar antes a Ucrania, no se incrementa el número de armas ni el negocio armamentista, y tendrá menor coste económico. Pero probablemente no bastará: la duración de esta guerra es impredecible; en guerra, muchas armas se destruyen al ser usadas y tienen que ser sustituidas por otras; Ucrania necesita un flujo continuado que no se interrumpa por "falta de existencias"; es posible que las armas que necesita Ucrania no sean las que tiene tal o cual estado; no sabemos si en 2025 Estados Unidos seguirá apoyando a Ucrania ni si lo hará Francia si gobierna Le Pen; no podemos pedir a Polonia o a Finlandia o a los estados bálticos que agoten todo su armamento donándoselo a Ucrania... Para aplicar el acuerdo España-Ucrania se prevé la entrega de armas ya existentes y también la fabricación en España de otras. ¿Vamos a oponernos a ello mientras Rusia recibe un flujo continuado de armamento de fabricación propia o procedente de Corea del Norte o China? La prioridad es que Ucrania reciba las armas que necesita. Si las tenemos mejor; si no las tenemos pero se pueden fabricar en España, hágase; y, en última instancia, si algunas deben ser compradas en el "mercado armamentista", habrá que hacerlo, como durante la pandemia Covid no era razonable renunciar a comprar vacunas porque, en ausencia de un sistema de acceso universal a las vacunas, hacerlo lucraba a un puñado de grupos capitalistas que abusaban de la urgencia.
Nuestros horizontes de paz y antibelicistas siguen siendo válidos, no deben ser abandonados ni arrinconados, pero no avanzarán si los contraponemos a necesidades inmediatas como dotar de armas a Ucrania, reforzar la seguridad de los países vecinos a Rusia y asegurar la capacidad para darles apoyo si es necesario. Tenemos que apoyar incondicionalmente la entrega de armas a Ucrania, salvo los matices expresados sobre armas nucleares, o incluidas en la Convención sobre Ciertas Armas Convencionales, etc. A la vez, será necesaria una actividad sociopolítica -no condicionante de lo anterior- contra recortes sociales y contra excesos militaristas de los que Ucrania no sea causa sino excusa. De hecho, cabe una acción sociopolítica que apoye incondicionalmente el armamento de Ucrania y a la vez ponga de relieve la posibilidad de reducir otros gastos militares u otros gastos socialmente prescindibles, así como apuntar a nuevas fuentes de ingresos públicos que no carguen sobre las clases populares. Incluso podrían imaginarse mecanismos de aportación voluntaria, una especie de IRPF con una casilla adicional 0,7% con destino finalista "ayuda a Ucrania", etc.
Tenemos que pensarlo. En tiempos de guerra para unos y de amenaza de guerra para otros no podemos abordar los presupuestos militares como nos gustaría. Ante una guerra imperial y expansionista no podemos repetir que "el enemigo principal está en nuestro propio país" y "no al gasto militar", porque no afrontamos la misma situación que afrontaron, no sin errores pero sí con gran coraje y humanismo, Rosa Luxemburg y Karl Liebknecht. Menos aún cuando Rosa y Karl estaban en el centro del huracán y murieron por su postura, mientras que en España solo discutimos si damos o no damos a Ucrania las armas que piden ante la invasión y ante los ataques de uno de los dos estados militarmente más poderosos del mundo. Tenemos tarea por hacer, mucho que repensar, como tarea cooperativa y colectiva: ¿cómo conservar y hacer progresar nuestros valores antibelicistas y pacifistas a la par que aplicamos nuestros valores de apoyo mutuo y solidaridad hacía quienes sufren agresión?
iv) ¿Qué actitud tomar ante los países vecinos de Rusia que han entrado en la OTAN o que lo han solicitado o apuestan por la cooperación con ella? No es este lugar para desarrollar mi opinión sobre la OTAN. Esas decisiones deben situarse en un contexto: el anexionismo putiniano, en cierto modo heredero del anexionismo estalinista que subordinó a la URSS numerosos países europeos en el marco de lo que desde 1955 vino a llamarse "pacto de Varsovia". Bajo la amenaza anexionista, es comprensible que los países más cercanos a Rusia hayan buscado un paraguas que pueda darles un nivel de protección mayor que el dado a Ucrania.
¿Estamos desde España, en la esquina de Europa opuesta a Rusia, legitimados para decirles a esos países que no entren en la OTAN y que entreguen armas a Ucrania pero que no aumenten sus gastos militares ni inviertan en la consecución de armamento propio? ¿Estamos legitimados, desde un país miembro de la OTAN -por referéndum- y alejado de Rusia, para criticarles por querer entrar o haber entrado en la OTAN? No sería justo hacerlo, nuestro horizonte podría ser un sistema europeo de paz y seguridad colectiva, abierto al mundo, pero hoy por hoy no existe. Hay que elegir el tiempo de las batallas. No nos gusta el capitalismo ni nos gustan los bloques militares, pero al igual que no condicionamos cada lucha social a la "abolición" del capitalismo, tampoco la solidaridad con Ucrania pasa por poner en primer plano la "cuestión OTAN", alianza militar que por otra parte ha colocado en el centro de sus preocupaciones la rivalidad con China, no la solidaridad con Ucrania ni la amenaza expansionista de Putin, pese a que esa amenaza es lo que le ha dado nueva vida tras languidecer durante años-
Me congratulo del compromiso de apoyar la entrada de Ucrania en la UE, procedimiento que debiera acelerarse. Igualmente, considero que el manifiesto social 12 principios para una paz justa en Ucrania dentro de una Europa solidaria y ecológica ha abierto camino para una reflexión colectiva en espacios tradicionalmente reacios a la UE. Lo ha hecho desde una posición muy crítica hacia las políticas UE, que proyectan las propias políticas de sus estados miembro pues la UE sigue siendo una entidad inter-estados y no transnacional; pero lo ha hecho afirmando que "apoyamos la voluntad del pueblo ucraniano de adherirse a la UE" y que "Adoptamos la perspectiva de una adhesión de varios países de Europa del Este y del Sudeste como una oportunidad para reflexionar juntos sobre cómo puede iniciarse un cambio socioecológico tan radical en toda Europa", perspectiva mucho más eficaz que el mero rechazo o los coqueteos con salidas tipo "Brexit". He firmado dicho manifiesto, pese a varios matices con su punto 11 y uno con su punto 12.
v) ¿Qué pasa con la diplomacia? Nada que objetar al uso de la acción diplomática, salvo si su objetivo es forzar la rendición de Ucrania. La acción diplomática existe, como vimos en la reciente conferencia internacional celebrada en Suiza y en su tibia declaración final firmada por unos 80 países. Si resulta poco fructífera es porque Putin no "mueve ficha" hacia la paz y tiene bastantes socios que impiden su aislamiento internacional. Putin arrojó una bomba mediática para reventar la conferencia: está dispuesto a un "alto el fuego"... si Ucrania renuncia a un territorio aún mayor que el ya ocupado por Rusia. Y tuvo la complicidad de importantes estados que estuvieron en la conferencia pero se negaron a firmar la declaración, como India, Brasil, Arabia Saudí, Sudáfrica, Colombia, Emiratos Árabes Unidos o México, una "macedonia" de fascistas racistas, regímenes teocráticos o gobiernos supuestamente "zurdos", como "macedonia" es la lista de los 80 países firmantes, entre los que está un Milei tan indecente como el Modi indio que no la firma. La diplomacia depende de la relación de fuerzas en los frentes de batalla y de la presión internacional sobre Rusia, débil y con muchas "goteras". La diplomacia, que no debe abandonarse, será fructífera si esa relación cambia en favor de Ucrania. La diplomacia de quienes se oponen a la ayuda militar a Ucrania apunta a remachar la obra de Putin certificando la derrota y rendición (provisional) de Ucrania. Y eso no será paz sino opresión, ocupación colonial y más guerra.
5. Aquí se habla de la guerra de Putin contra Ucrania, sin culpar a Biden o la OTAN de ello. Cuando escribo sobre Palestina no culpo a Putin o Xi Jinping, cada canalla tiene sus culpas. Tampoco critico al Gobierno de España, en otros temas le "pondría a caer de un burro", pero en este una crítica feroz seria injusta porque la postura combinada del Gobierno Sánchez ante la guerra de Ucrania y la masacre en Palestina es, pese a límites que solo pueden ser superados desde la movilización social autónoma, más avanzada que la de la inmensa mayoría de los estados del mundo.
El "campo" correcto es la defensa de Ucrania y Palestina, de ambas, lo que implica encontrarte ocasionalmente en las mismas movilizaciones o actos con quienes dicen estar del lado de Ucrania y están del lado de Netanyahu, o con quienes dicen estar del lado de Palestina y están del lado de Putin. La ruta de la libertad y la igualdad no es simple ni pura y obliga a recorrer muchas sendas en distintas compañías, aunque en ocasiones algunas no nos gusten, pero sin olvidarnos de lo que son.
Con Ucrania y Palestina, contra Putin y Netanyahu, contra Modi y Milei, con las compañeras y compañeros de la Red Europea de Solidaridad con Ucrania, que también han manifestado su apoyo al pueblo palestino. La cuestión no es "izquierda" o "derecha" sino, en cada conflicto, ¿de qué lado estás?, ¿con la gente que sufre los abusos de los opresores o con esos opresores contra esa gente? Lo único que define cierta identidad política sin dogmas es la combinación de las respuestas dadas a las preguntas "¿De qué lado...?" más relevantes. No somos una etiqueta, "derecha", "izquierda", "progresistas", "reaccionarios", somos el resultado de esas respuestas a lo largo del tiempo y del espacio. Respuestas que no siempre son fáciles ni compatibles con la acomodación a esquemas repetitivos.
NOTA
1. Que el PCF y LFI hayan asumido esa propuesta es un avance importante si se mantienen en ello más allá de la letra de un programa electoral, pues sus posturas anteriores eran bastante diferentes. Otras organizaciones como Les Écologistes, Place Publique o Nouveau Parti Anticapitaliste mantienen desde hace tiempo una postura clara de apoyo a la resistencia ucraniana. En todo caso, es un buen paso.
Revista Trasversales , nº 66 junio 2024 web