Clase y género en la Ucrania en guerra

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DARIA SABUROVA, Traducción: Faustino Eguberri para viento sur

Date
July 19, 2024

Publicamos la introducción del libro Trabajadoras de la resistencia de Daria Saburova*, publicado el 20 de junio por Éditions du Croquant. En este texto, la investigadora franco-ucraniana presenta su encuesta a trabajadoras de la industria y del sector público en el centro de Ucrania sobre su compromiso con el apoyo al ejército frente a la invasión rusa y su solidaridad con las poblaciones civiles en tiempo de guerra.

En un análisis que entrelaza cuestiones de clase y género, evoca las cuestiones del trabajo gratuito y la explotación del trabajo de estas mujeres, el mercado humanitario en tiempos de guerra y la caracterización del capitalismo ucraniano, que son desarrolladas en la continuación de su libro. Al hacerlo, este texto también contribuye a un enfoque realista de los efectos sociales de la guerra de Rusia contra Ucrania, así como de la resistencia popular de las y los trabajadores y ciudadanos ucranianos.

Introducción

Frustrando los planes del Kremlin, cuya “operación militar especial” dura ya más de dos años, Ucrania ha resistido a las fuerzas de ocupación y continúa haciéndolo mientras escribo estas líneas. Aunque el apoyo militar de los países occidentales sigue siendo crucial, la movilización popular juega un papel central en la resistencia. Esta lucha es una lucha diaria que se desarrolla no solo en el campo de batalla, sino también en cada ciudad y en cada barrio, gracias a innumerables iniciativas voluntarias que se han extendido por todo el país desde el 24 de febrero de 2022. Está tejida con pequeños gestos, acciones banales realizadas por personas comunes que dan cada día un poco de su tiempo y recursos para ayudar a las y los refugiados, a las poblaciones civiles que han sufrido la ocupación y a los miembros de su comunidad comprometidos en el frente. La Ucrania resistente, también es el personal de la escuela primaria que se moviliza para fabricar las redes de camuflaje; una vendedora que pasa sus vacaciones en el taller autogestionado de fabricación de granadas fumígenas; un grupo de trabajadoras que preparan un espectáculo navideño para los niños de los pueblos saqueados; una jubilada que utiliza la harina de su paquete de alimentos entregado por la Cruz Roja para hacer un pastel que las y los voluntarios llevarán a quienes están combatiendo en las trincheras de Bajmut.

Sin embargo, esta faceta de la guerra en Ucrania sigue siendo en gran medida desconocida. Esto se explica en parte por los numerosos obstáculos prácticos e institucionales que complican la recopilación de datos sociológicos en una zona de guerra. Pero la marginación de la resistencia popular que se puede observar es también la consecuencia directa de los dos tipos de discursos que han prevalecido desde el comienzo de la guerra en los campos mediáticos y académicos. Por un lado, ahora existe una abundante literatura que adopta un prisma puramente geopolítico de la guerra e ignora por principio la participación activa de las y los ucranianos1. En este tipo de análisis, las grandes potencias como Rusia, Estados Unidos y la Unión Europea aparecen como entidades compactas movidas cada una de ellas por su razón de Estado, siendo Ucrania presentada la mayoría de las veces como un actor secundario sin autonomía real. Por otro lado, se ha desarrollado en los medios de comunicación un discurso elogioso sobre la resistencia ucraniana, en el que, sin embargo, se habla muy poco de su organización concreta a nivel local, y menos aún de las relaciones de clase y género que la atraviesan. En la mayoría de los reportajes, la heterogeneidad social y las tensiones políticas dentro de la resistencia están ocultas por la imagen monocromática de toda la nación ucraniana levantada contra la invasión. Los intereses de las clases subalternas se identifican implícitamente con los de las clases dominantes2.

Este libro intenta aportar una mirada diferente a la guerra en curso en Ucrania. Deja de lado las grandes especulaciones geopolíticas y descarta la visión romantizada y monolítica de la sociedad ucraniana para interesarse por la forma en que las mujeres de las clases populares se involucran en el movimiento de solidaridad con el ejército y las poblaciones civiles afectadas por la guerra. ¿Cómo se organizan frente a la agresión rusa, cuáles son sus motivaciones, preocupaciones, actividades y modos de acción? ¿Cuál es el grado de autonomía de sus iniciativas y qué relaciones tienen con el Estado y los poderes locales, los partidos políticos, las ONG internacionales y las organizaciones fundadas y dirigidas por miembros de la clase media y alta? ¿Qué piensan de los acontecimientos que sacuden Ucrania desde 2013? ¿Cómo valoran las reformas de los últimos diez años y las batallas en curso en torno a la memoria histórica y la identidad lingüística?

Para responder a todas estas preguntas, realicé una encuesta de campo entre enero y marzo de 2023 a trabajadoras y trabajadores de la industria, los ferrocarriles y el sector público en la ciudad de Kryvyi Rih, en Ucrania central. Durante estos tres meses, pude entrevistar a cuarenta y tres personas, entre ellas treinta representantes de las clases populares, en forma de entrevistas individuales y colectivas semiestructuradas. Observé el trabajo de dos organizaciones de voluntariado y participé en él, acompañándolas en la ejecución de sus misiones humanitarias. Además, he realizado ocho entrevistas con representantes de las clases medias y altas: un jurista, un médico, una fotógrafa, tres gerentes de ONG y una asistente de diputado parlamentario. Estas entrevistas me permitieron profundizar en mi comprensión de las relaciones de clase que estructuran la economía del voluntariado. Finalmente, realicé cinco entrevistas en Kiev para distinguir mejor las especificidades regionales de mi campo de investigación de los rasgos que pueden caracterizar la situación social del país en su conjunto.

Es necesaria una aclaración sobre el uso hecho en este libro de la noción de “clases populares”. Siguiendo a Olivier Schwartz, uso este término para designar a los grupos sociales definidos por su vulnerabilidad económica y/o una posición subordinada en la división del trabajo, un capital cultural relativamente escaso o dificultades para valorarlo, así como un alejamiento general de los centros de poder 3. La categoría de clases populares incluye no sólo a las y los obreros, mineros y ferroviarios, sino también a las trabajadoras del sector público y de servicios como institutrices, maestras, personal escolar, pequeñas empleadas, trabajadoras sociales, vendedoras, cocineras, amas de casa, etc. Aunque estas mujeres pertenecen al mundo obrero por sus orígenes y su entorno social -sus cónyuges en su mayoría ocupan un empleo en el sector industrial-, la noción de clases populares me pareció más pertinente que la de clase obrera en el contexto de esta encuesta. En primer lugar, permite evitar la estrecha asociación con el proletariado industrial y la definición de la posición social de las mujeres por la situación socioprofesional de su pareja. Las clases populares reúnen a los grupos sociales subordinados más diversos. Además, a nivel descriptivo, esta categoría resulta más precisa que la de “clase trabajadora” en el sentido marxista del término, definida por la privación de la propiedad de los medios de producción y la explotación salarial. De hecho, el pequeño emprendimiento está muy extendido en las clases populares como trabajo auxiliar, mientras que las clases medias están formadas en gran medida por empleados cuyos ingresos apenas superan a los del proletariado industrial. Sin embargo, las clases medias se distinguen de las clases populares por una identidad social propia, un nivel de estudios superior y el acceso a posiciones de prestigio y poder en el mundo laboral. Finalmente, a diferencia del concepto de clase trabajadora, el de clases populares carece de expectativas normativas sobre la politización de este grupo social y la forma que debería tomar, la de una relación de antagonismo con los titulares del capital, ya que tal tendencia no es apenas observable en la actualidad, ni siquiera en los círculos sindicales.

La elección de este vocabulario, más flexible desde el punto de vista sociológico porque está mejor adaptado a las realidades del terreno y a la autopercepción de mis encuestados, no invalida el valor teórico del análisis marxista de las relaciones de clase. Me apoyo en la idea de la oposición estructural entre el trabajo y el capital para dar cuenta de las condiciones materiales generales en las que se ejerce el voluntariado popular y se llevan a cabo las luchas sociales, políticas e ideológicas en la Ucrania contemporánea. Las “clases populares” descritas en este libro aparecen en esta perspectiva como componentes de la clase de las y los trabajadores explotados. Las “clases medias y altas” están constituidas por las fracciones dominadas de la burguesía, los ejecutivos, los intelectuales y los trabajadores altamente cualificados, cuya lucha por posiciones sociales dominantes se inscribe en el proceso de recomposición de las relaciones de clase en curso desde la revolución de Maidan.

En segundo lugar, la razón por la que elegí investigar las actividades de voluntariado de las clases populares de Kryvyi Rih es que no representan un ideal-tipo, sino un caso-límite de la resistencia ucraniana. Gran centro de minería y metalurgia, y ciudad natal del presidente Volodymyr Zelensky, Kryvyi Rih es una ciudad predominantemente de habla rusa y de habla surjyk4, dominada por una élite local paternalista vinculada al antiguo bloque oligárquico pro-ruso. La mayoría de mis encuestados nunca han hecho un voluntariado antes, lo que significa que su movilización actual no es una continuación de la ola de activismo ciudadano que siguió al levantamiento de Maïdan y el consiguiente estallido de la guerra en Donbass. La gran mayoría de ellos no apoyaron o incluso se opusieron activamente al levantamiento de Maïdan. La guerra en el Donbass les parecía lejana y sus motivos oscuros. Fue la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia el verdadero desencadenante del proceso de recomposición política e identitaria de este grupo social. Situada cerca del frente, Kryvyï Rih ha experimentado un nivel muy alto de movilización de su población en todos los grupos sociales. En un contexto de reducción de la actividad de las empresas locales, muchos trabajadores son reclutados para el ejército o se presentan como voluntarios. Los grupos de solidaridad se forman espontáneamente en la retaguardia para proporcionar ayuda material a las y los combatientes, refugiados y territorios liberados de la región de Kherson.

Sin embargo, la posición de las clases populares de Kryvyi Rih dentro de la resistencia ucraniana tiene rasgos particulares. Actualmente, aunque se esfuerzan por utilizar más el ucraniano en sus interacciones formales, los miembros de estas clases siguen hablando ruso o recurriendo a una mezcla de ruso y ucraniano (surjyk) en la vida cotidiana. Muchos de ellos tienen familia cercana en Rusia, aunque en muchos casos los lazos se rompieron después de la invasión. La referencia a la URSS y a la resistencia antifascista durante la Segunda Guerra Mundial permanece profundamente arraigada en su memoria colectiva y tiene connotaciones positivas. La crítica de los aspectos represivos de la experiencia soviética coexiste con el reconocimiento de los logros socioeconómicos favorables a las clases populares de las que fue portadora. Para superar una visión caricaturesca y homogeneizante de la sociedad ucraniana, quise entender cómo y por qué estas capas sociales específicas se unieron a la resistencia desde las primeras horas, sin siquiera esperar las instrucciones de las autoridades y la recepción de los avisos de movilización. Al escuchar a la gente sobre el terreno, descubrí que no luchaban por el Estado o las fronteras comprendidas como símbolos de la soberanía nacional, sino por su tierra como lugar de vida, memoria e interacción social amenazado por las fuerzas de ocupación.

Al mismo tiempo, la lucha que libran está atravesada por dinámicas sociales contradictorias, vinculadas a la naturaleza de las relaciones que mantienen las iniciativas populares de voluntariado con el Estado, los poderes locales, las ONG de las clases medias y altas y los organismos humanitarios internacionales. El voluntariado, como trabajo no remunerado, permite a los poderes públicos ahorrar dinero en lo que se llama la esfera de la reproducción social5. Las y los voluntarios asumen hoy tareas que en principio son responsabilidad del Estado: evacuan a los civiles de las zonas de combate, acogen y acompañan a los refugiados, aseguran en parte el suministro del ejército, se ocupan de los heridos, etc. Al igual que en los procesos que ya están en marcha en el sector privado y los servicios públicos, son las mujeres las que asumen en gran medida esta carga de trabajo reproductivo adicional. Así, la extensión del voluntariado propiciada por la guerra prolonga y refuerza las relaciones de dominación de clase y género existentes.

Los mecanismos de asignación de la ayuda humanitaria internacional favorecen además la aparición en Ucrania de un verdadero mercado humanitario. Este pone en competencia a las organizaciones locales, alimenta la creciente profesionalización del sector y favorece la concentración de recursos en manos de un pequeño número de actores. A continuación, las grandes ONG subcontratan el trabajo humanitario a las pequeñas organizaciones de voluntarios. No es casualidad que la ayuda internacional aterrice en las “buenas organizaciones”, cuyo núcleo está constituido por representantes de la nueva burguesía que se adhiere a la cultura empresarial y muestra una orientación política liberal. En cambio, las iniciativas voluntarias de las clases populares se encuentran al final de la cadena de suministro humanitaria. Son a la vez las más cercanas a las comunidades afectadas, realizan las misiones más difíciles y peligrosas, y son las menos dotadas de recursos. Se encuentran así en una situación en la que tienen que confiar en otras organizaciones mejor posicionadas para atraer financiación, y entran, lo quieran o no, en una nueva forma de dependencia que se inscribe en las relaciones de poder existentes, establecidas antes de la guerra. De hecho, el capitalismo humanitario tiende a transformar la solidaridad en humanitarismo y las redes informales horizontales en un mercado competitivo. Una ambivalencia irreductible viene por ello a alojarse en el corazón del trabajo de resistencia: las clases populares ucranianas luchan por su libertad, practican la autoorganización y la socialización del trabajo reproductivo fuera de las instituciones, pero esta lucha se convierte en sí misma en un vector de extensión de su explotación y de empeoramiento de su desposesión a través del desmantelamiento de los servicios públicos.

El primer capítulo, titulado “El voluntariado entre la resistencia popular y el trabajo gratuito”, tiene como objetivo explorar esta ambivalencia situándose desde el punto de vista de las trabajadoras voluntarias. Se interesa por la forma en que las mujeres de las clases populares de Kryvyi Rih definen su actividad y describen las motivaciones de su compromiso. El análisis comparativo de los recorridos voluntarios de estas mujeres en comparación con los de los voluntarios de las clases medias y altas permite ilustrar la heterogeneidad social de la resistencia ucraniana y captar empíricamente las relaciones de dominación de clase que la atraviesan. Las relaciones de género que estructuran el voluntariado también están en el centro de este capítulo. Tienen un aspecto igualmente ambiguo: si la distribución de tareas dentro del voluntariado y la resistencia en sentido amplio tienden a relegar a las mujeres al trabajo invisible de los cuidados, también es reivindicada por estas propias mujeres como una oportunidad para socializar el trabajo doméstico, de lo contrario encerrado en el espacio privado.

Después de esta primera inmersión en el terreno, donde busco captar las disposiciones subjetivas de las encuestadas, me concentro en las condiciones sistémicas para ejercer el trabajo voluntario en tiempos de guerra. En el segundo capítulo, titulado “El voluntariado, el mercado humanitario y las políticas neoliberales”, presento primero la estructura del campo del voluntariado en Ucrania y las relaciones de dependencia que vinculan a las organizaciones voluntarias de las clases populares con las organizaciones de clase media y alta y las ONG internacionales. Las leyes del mercado humanitario global y las reglas elaboradas por las grandes organizaciones humanitarias afectan al trabajo voluntario, haciéndolo a la vez más precario, estandarizado y conforme a los requisitos de la gestión neoliberal de las crisis. Luego analizo la forma en que el Estado ucraniano aprovecha el trabajo gratuito de las y los voluntarios, no solo para cumplir algunas de las funciones que ha abandonado ante los desafíos inauditos que plantea el conflicto armado, sino también para continuar con las reformas austeritarias llevadas a cabo bajo la presión de las instituciones financieras internacionales. Manifestación de las capacidades de autoorganización de las clases populares y de asunción autónoma de las necesidades sociales al margen del Estado, el voluntariado participa, sin embargo, indirectamente en el empeoramiento de la crisis de la reproducción social inducida por décadas de desmantelamiento del Estado social.

El tercer capítulo, titulado “De la independencia a la guerra: reestructuraciones económicas, luchas políticas y competencia de las memorias”, adopta una perspectiva histórica sobre estas políticas inscribiéndolas en el tiempo largo del regreso del capitalismo a Ucrania desde principios de la década de 1990. Muestro cómo la competencia entre dos modelos de capitalismo, el capitalismo paternalista propio de las fuerzas políticas pro-rusas y el capitalismo neoliberal propio de las élites nacional-liberales pro-occidentales, ha dado forma a las divisiones políticas dentro de la sociedad ucraniana, que explican en parte la incapacidad del levantamiento de Maïdan para reunir a todas las clases populares en torno a demandas comunes. Mis encuestados han rechazado en su mayoría la agenda política y económica de las nuevas élites, así como la visión del pasado histórico defendida por ellas. Si bien la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia ha contribuido a la recomposición de las identidades políticas y culturales en torno a la resistencia a la ocupación, el hecho es que las clases populares de Kryvyi Rih continúan desafiando discretamente al proyecto de unificación de la nación ucraniana sobre una base liberal y nacionalista.

Esta protesta se observa en particular en la esfera lingüística donde la constitución de la nueva norma monolingüística choca con la riqueza concreta de las prácticas lingüísticas de las clases populares ucranianas, entre las que se encuentra el uso muy extendido del ruso, pero también el bilingüismo y la mezcla de lenguas conocida como surjyk. El capítulo IV, titulado “El nuevo orden simbólico: las clases populares y la cuestión lingüística”, analiza la historia de las políticas de discriminación de la lengua ucraniana en el Imperio Ruso y la URSS, así como su elevación progresiva al estatus de lengua dominante desde la proclamación de la Independencia. En el contexto actual, las políticas de “descolonización” y la imposición del ucraniano como única lengua legítima desempeñan un papel crucial en el proceso de consolidación política y económica de las nuevas élites liberales, silenciando o descalificando las voces anómalas. Privadas de representación política, las clases populares de habla rusa o surjik reaccionan a la orden de convertirse al ucraniano con estrategias que combinan las manifestaciones explícitas de cumplimiento de la nueva norma lingüística en el espacio público con la obstinada defensa del espacio de la comunicación privada. La inestabilidad del orden simbólico refuerza así la inestabilidad política latente bajo las apariencias de la unidad nacional frente a la agresión militar de Rusia, inestabilidad potencialmente portadora de nuevas sacudidas sociales en los próximos años.

Como es el caso de cualquier obra escrita “en caliente”, Trabajadoras de la Resistencia tiene varios límites inherentes a las mismas opciones que han presidido la investigación en la que se basa. Esta se refiere casi exclusivamente a la esfera del voluntariado, que representa sólo un aspecto de la resistencia ucraniana entre otros. Así, el libro aborda muy poco las actividades sindicales, a pesar de su considerable papel en el trabajo humanitario y el apoyo material de las y los combatientes. Luego, se deja de lado el movimiento partisano en los territorios ocupados o la contribución a la resistencia de las refugiadas ucranianas en el extranjero. Asimismo, la condición de los trabajadores y trabajadoras asalariados que participan en los servicios sociales, la salud, la agricultura y muchas otras áreas que aseguran la subsistencia de la sociedad ucraniana no recibe la atención que merece. Una investigación más elaborada debería incluir el análisis de todas estas facetas de la resistencia.

Finalmente, este libro solo trata de forma indirecta la violencia armada y la ocupación. La visión que da de la resistencia puede, en consecuencia, parecer parcial, la observación de las realidades locales en la ciudad de Kryvyi Rih, que constituye su corazón, suponiendo de hecho una puesta entre paréntesis de las consecuencias directas de los ataques del ejército ruso sobre la vida de las poblaciones civiles y militares6. Este enfoque en un terreno geográfica y socialmente no afectado por los combates es, sin embargo, una decisión consciente de mi parte. Durante mi investigación, realicé varias entrevistas con personas desplazadas de la región de Kherson que habían huido de la ocupación. Fue una experiencia perturbadora tanto para mí como para mis encuestados, que se vieron obligados a hacerme un relato detallado de eventos a menudo traumáticos. Comprendí que sería incapaz de tratar el tema de la ocupación en el libro, incapaz de encontrar las palabras para describir la magnitud de esta tragedia tanto personal como colectiva. En este punto, ningún planteamiento analítico disponible me parece adecuado para objetivar estos relatos singulares. Mientras continúe la guerra, las formas documentales y poéticas me parecen más apropiadas para dar voz a quienes la viven directamente.

Por lo tanto, este libro no pretende en absoluto ser exhaustivo. Sus protagonistas no se expresan en nombre de todos los ucranianos y de todas las ucranianas. Por otro lado, a menudo cuestionan las palabras de quienes afirman hablar en su nombre, ya sean figuras políticas, investigadores o periodistas. Precisamente en esto la visión general de la Ucrania resistente que propongo ofrecerá, espero, una perspectiva útil a las y los lectores que deseen profundizar en su comprensión de la guerra en curso.

17/07/2024

Original: Contre Temps https://www.contretemps.eu/classe-genre-ukraine-guerre/

Notas

1Ver por ejemplo Pascale Boniface, Guerre en Ukraine, l’onde de choc géopolitique, Paris, Eyrolles, 2023 ; Jacques Fath, Poutine, l’OTAN et la guerre. Sur les causes et les enjeux d’une sale guerre en Ukraine, Vulaines-sur-Seine, Éditions du Croquant, 2022 ; Stathis Kouvelakis, “La guerre en Ukraine et l’anti-impérialisme aujourd’hui : une réponse à Gilbert Achcar”, revue Contretemps. ; John Mearsheimer, “Pourquoi les grandes puissances se font la guerre”, Le Monde diplomatique, août 2023, p. 1, 10 et 11.

2Hay excepciones saludables a esta tendencia. La plataforma openDemocracy ha publicado numerosos documentos que tratan cuestiones socioeconómicas en el contexto de la guerra, dando voz a las diferentes categorías de trabajadores y trabajadoras. Las feministas ucranianas han tratado de mostrar cómo la guerra refuerza las desigualdades de género, en particular a partir del análisis de la condición de las mujeres refugiadas (ver Oksana Dutchak, “Together We Stand: Enforced Single Motherhood and Ukrainian Refugees Care Networks”, LeftEast, 19 de enero de 2023, o la actividad de voluntariado de las organizaciones feministas (ver Daria Khrystych, Invisible Care: Civilian Volunteerism in Wartime Ukraine, Master Thesis, Estonian Academy of Arts, 2023). Finalmente, la izquierda ucraniana y las y los sociólogos de la revista Commons buscaron poner de relieve la degradación de las condiciones de trabajo y de vida de las clases populares durante la guerra y el punto de vista de los sindicatos sobre la situación política, económica y social interna de su país. Sus análisis son difundidos por la Red Europea de Solidaridad con Ucrania (RESU), gracias en particular al enorme trabajo realizado por las “brigadas editoriales de solidaridad” de Éditions Syllepse.

3Olivier Schwartz, La notion de « classes populaires », Habilitation à Diriger des Recherches en Sociologie, Université de Versailles-Saint-Quentin-en-Yvelines, 1998.

4El término “surjyk” se refiere a un código lingüístico mixto basado en una mezcla entre ruso y ucraniano.

5En sintonía con las teóricas de la reproducción social, me refiero a ella como el conjunto de actividades que producen y reproducen diariamente la fuerza de trabajo y la vida de los seres humanos en general. Ver Cinzia Arruzza, Tithi Bhattacharya, Nancy Fraser, Féminisme pour les 99 %. Un manifeste, trad. V. Dervaux, Paris, La Découverte, 2019, p. 40-41.

6Sin embargo, debe especificarse que la ciudad de Kryvyi Rih sufre bombardeos regulares de infraestructuras civiles por parte del ejército ruso, que han causado decenas de muertos y un centenar de heridos en dos años.